José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO
Gonzalo y las preguntas
Cuando una pregunta no le gusta, y suele pasar cuando excede sus mensajes panfletarios, automáticamente replica que ese tema no le interesa a la ciudadanía
En el discurso de Gonzalo Caballero hay no pocos lugares comunes, argumentario de baratillo, obviedades tópicas como por ejemplo todo lo buena y progresista que es la izquierda que viene a salvarnos la vida y cuánto de mala es la derecha que pacta con los ultras de Vox y que quiere devolvernos al Medievo. Ya saben, es esa doble vara de medir por la que votar una moción de censura con los herederos de ETA y los independentistas del «procés» es un pecadillo justificado para echar al corrupto PP de Rajoy, pero que azules y naranjas hagan lo propio con Vox para desahuciar al socialismo andaluz, el partido más ladrón de España, es una plaga bíblica. En fin, estos son los bueyes con los que hay que arar en nuestra izquierda.
Lo curioso es que dentro de ese glosario buenista de «la mayoría social de progreso» que Caballero conjuga en presente y futuro, no parece haber espacio para la tolerancia y la pluralidad de ideas. Como por ejemplo, el ejercicio de la libertad de prensa y que un profesional del periodismo le pueda preguntar lo que quiera , siempre desde el respeto y la educación. Preguntar, por ejemplo, temas que son de actualidad. Y si no le gustan, está en su habilidad como político saber introducir en cuestionarios incómodos los temas que a él sí le puedan interesar. O por ejemplo, que un periodista se exprese en libertad en otro medio privado, salvaguardando su neutralidad cuando lo hace en el público. Es lo que hace Luis Ojea en ABC domingo tras domingo.
Gonzalo Caballero está en su derecho de discrepar con cómo se dirige la CRTVG, compañía cuya radio y televisión cuentan con un notable aval de la ciudadanía, como demostró el último EGM. Pero aprovecharse de que un periodista de la Radio Galega no puede interrumpir la entrevista y contestarle como es debido a sus acusaciones, precisamente por trabajar en un medio público, es simplemente mezquino. Exhibe una calidad democrática pobre, muy preocupante en quien se vende como la alternativa a Feijóo.
Les dirán: es que Caballero fue a denunciar la supuesta manipulación de los medios públicos. Que no les engañen. En los medios privados también gasta estos modos pandilleros. Cuando una pregunta no le gusta, y suele pasar cuando excede sus mensajes panfletarios, automáticamente replica que ese tema no le interesa a la ciudadanía . Y tan amigos. Luego enseña la sonrisa de dentífrico y alega: «¡Pero yo contesto a todo, eh!».
Políticos diciéndole a periodistas de qué temas quieren ser preguntados. Vamos a ver cuánto tardan asociaciones de periodistas, colegios profesionales y demás custodios de las sacrosantas esencias de este oficio en salir a denunciar lo que ha sucedido en la Radio Galega. Permítanme que me siente a esperar.