José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO

Feijóo y el escenario conocido

El presidente del PPdeG prefiere la situación actual que un medio plazo en otoño impredecible

Una premisa de partida: la política líquida hace que los análisis de hoy puedan caducar de un día para otro. La volatilidad es la que marca que un partido pase de estar a la deriva a convertirse en primera fuerza por obra y gracia de una moción de censura, como vimos en el Congreso. Es la Espada de Damocles de la clase política de nuestro presente. Pero incluso en este contexto cambiante, Feijóo ha decidido que conviene más plantear una estrategia electoral conociendo las certezas del ahora a adentrarse en las incertidumbres del medio plazo, como suponía dejar correr la legislatura hasta otoño. Y la ocasión la ha brindado Iñigo Urkullu con un adelanto en País Vasco con forma de envite al mus al que era difícil decir que no. Galicia votará el 5 de abril.

Ahora bien, no está tan claro que Feijóo militara en la causa del adelanto, porque conociendo su manía por ser y parecer previsible , esto le va a obligar a anunciar hoy con cierta precipitación al PPdeG (y al votante de centro-derecha) que se vuelve a presentar, y no agotará ese plazo del primer trimestre de este año que él mismo se dio para resolver su candidatura. Añadamos: pocos (o ninguno) dudaban de que así sería. Digamos que ha visto la oportunidad, la ha escuchado de su entorno más próximo y ha atendido al clamor que existía en el seno del PPdeG, donde las provincias llevaban varias semanas instándole a que las urnas, cuanto antes mejor. Sus barones han sido consultados estos días.

¿Por qué ahora y no en otoño? Como cualquier momento, tiene sus pros y sus contras. A favor del presidente, que evita que el electorado se hastíe de elecciones, toda vez que además de las vascas están unas catalanas por caer, y el debate político en Galicia iba a quedar pervertido por la fecha de las autonómicas y no por la gestión. Por no hablar de la crispación en el discurso político que en nada beneficia a los intereses del PPdeG, en su apelación a la moderación y la centralidad del voto.

Además, si consiguiera revalidar, tendría la segunda mitad del año para seguir ejecutando su presupuesto y calentar motores para el Xacobeo, así como renovar la legitimidad para su confrontación con el Gobierno de Pedro Sánchez en defensa de los intereses de Galicia.

El papel del Ejecutivo es también importante en este momento. Galicia irá a votar en abril sin Presupuestos del Estado, sin AVE, sin el pago del IVA adeudado, y está por ver si hay Estatuto de las electrointensivas y un mínimo horizonte de futuro para Endesa As Pontes. Por mucho que corra el Gobierno, su debilidad parlamentaria le obliga a retrasar cualquier decisión urgente que pudiera ser un aval para un recambio en Galicia , aunque siempre le quedará la propaganda institucional y mediática, en la que día a día bate nuevas marcas.

A favor cuenta también con un Ciudadanos en estado comatoso, con Inés Arrimadas queriendo ser la jefa del tanatorio en el entierro del partido haciendo propuestas de unidad con el PP que en Galicia no tienen cabida. Y poco margen tendrán los naranjas: de la mano del PP, entrando en sus listas como independientes, podrán entrar en el Parlamento. Fuera de ahí, quedarán en la nada. ¿Qué hará un Vox sin estructura ni rostro en Galicia? No lo sabe ni el propio Santiago Abascal.

Y enfrente es cierto que PSOE y BNG han despejado sus horizontes con la designación de sus candidatos. Pero el espacio del rupturismo tiene un mes escaso para decidir qué hace, si transige con Martiño Noriega como candidato siguiendo el guión de Anova , si prescinde de estos y aquilata la marca Galicia en Común con Podemos y EU, o si, en una hipótesis remota, rehabilita a Luís Villares y sus mariachis de En Marea. Esta pata es clave, porque si la izquierda divide sus votos entre tres o cuatro, un centro-derecha unido tendrá más fácil cerrarle el paso a un gobierno multipartito de socialistas, populistas, independentistas y demás istas.

¿Ha mirado Feijóo las encuestas? Sería un necio si no lo hubieran hecho tanto él como su equipo. Y no solo la conocida semanas atrás de Sondaxe, sino otros estudios demoscópicos que ven muy factible una cuarta mayoría, siempre con la salvedad de que todo puede cambiar de un día para el siguiente. Salvo el CIS de Tezanos -cuyos resultados solo sería capaz de extrapolar a unas autonómicas un optimista patológico-, el PP no ha visto ningún sondeo que le dé perdedor de la Xunta. Pero en 2009 tampoco los había que se la otorgaran, como así acabó sucediendo.

No todo es viento a favor. Junto a lo inescrutable del mañana está el desgaste lógico de once años de gestión, y en el que la oposición ha encontrado la sanidad como elemento de agitación sobre el que poner la lupa y lanzar sus consignas. Es el único flanco débil de un gobierno que ha hecho el grueso de sus deberes, y que se examinará de su tarea el 5 de abril.

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