José Luis Jiménez - Pazguato y fino
La culpa era de la sede
Si al PPdeG se le permite articular un relato disonante no es por tolerancia de Génova, sino porque gana
Cada uno se consuela con lo que quiere, y le encarga los argumentarios y los planes estratégicos a aquella persona en quien confía. Pero si todos los males del PP de Pablo Casado estaban residenciados en un inmueble maldito como la sede de la calle Génova , haría bien en buscarse nuevos asesores . Y alguno muy bueno hay disponible, se lo aseguro.
Sospecho que Casado no vive engañado y sabe que sus eslóganes tienen la duración que tienen . La sede será un chascarrillo simbólico y visual, pero no resolverá el verdadero problema del PP: la necesidad de un discurso más heterogéneo, más flexible, menos constreñido hacia un españolismo cosido con hilo viejo y que aprieta para mucho votante conservador que también demanda sensibilidad territorial.
El PP ha anunciado una convención (otra más) para el otoño, en la que renovar su discurso y sus propuestas para la sociedad española. Parte de un concepto equivocado: que puede haber una única receta válida para todos los votantes del centro-derecha , fabricada desde dentro de la M-30. Pudo ser así hace treinta años, incluso diez.
Recurrentemente se pone como ejemplo de flexibilidad discursiva al PP gallego, antes con Fraga y ahora con Feijóo. Que nadie se engañe. Si al PPdeG se le permite articular un relato en ocasiones disonante no es porque Génova sea un dechado de tolerancia, sino simplemente porque gana . Pragmatismo radical. Es decir, es posible adaptar el discurso al territorio, no agredirlo con consignas importadas en paracaídas desde la capital de España, y no por ello traicionar a los principios y valores del partido.
Esto es lo que, por ejemplo, pidió Alfonso Alonso para el PP vasco, y le fue negado con cajas destempladas . Fue relevado por Carlos Iturgaiz, recuperado entre efluvios de naftalina noventera. En Cataluña ni siquiera se ha intentado desde que se marchó Josep Piqué. Vean cómo van las cosas para el PP en uno y otro lado.
España es un estado descentralizado. Los discursos de los partidos deben serlo también. El problema es definir, de una vez por todas, la esencia del Estado y sus competencias, así como los espacios de las autonomías. Resuelto ese debate, sería más sencillo no entender como una agresión a España que pueda haber bilingüismo en las aulas en Galicia o que se reconozcan identidades compartidas y complementarias. Normalizar eso importa más que cambiar de sede.
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