Javier Guerra - SENADOR DEL PP
Parches económicos y oídos sordos
El Gobierno insiste en justificar una política económica de resultados nefastos por los efectos de la pandemia y la guerra . Es el pretexto perfecto para hacer lo que siempre han hecho los gobiernos socialistas: afrontar los problemas estructurales como si fueran coyunturales, buscar unos pírricos resultados a corto plazo y «dejar para los siguientes» una bola de nieve de fracasos engordada por su falta de visión estratégica.
La realidad es que la situación empieza a ser catastrófica, incluso con los parches y maquillajes cortoplacistas. Lo que está haciendo el Gobierno es alimentar una herencia desastrosa, mermar el bienestar de las familias españolas y limitar el crecimiento del empleo y la economía legislando contra las empresas.
El denominado plan de choque presentado recientemente por el Gobierno incide en los errores a los que nos tienen acostumbrados los gobiernos socialistas . Ante una alarmante pérdida de poder adquisitivo por parte de las familias, que aumenta hasta límites inéditos el porcentaje de personas que han de vivir por debajo del umbral de la pobreza, lo que hace es preguntarse: «¿qué hacemos con las personas desfavorecidas?». Las respuestas, entre otras, son la Renta Mínima Vital o los bonos energéticos destacados en ese «plan de choque». No tengo ninguna duda de que el Estado debe establecer mecanismos de este tipo, de carácter excepcional y siempre teniendo en cuenta que la ciudadanía merece un respeto y una consideración de su dignidad. Y que a nadie le gusta vivir de «ayudas excepcionales». Que nadie debe considerarse en deuda de gratitud con el Estado y, mucho menos, con el Gobierno de turno.
Por eso creo que la pregunta debería ser otra: «¿qué hacemos para reducir el número de personas desfavorecidas?». Ese debería ser el objetivo: reactivar la economía. Y eso implica dar facilidades a las empresas para producir y generar empleo , para que las personas empleadas y sus familias puedan consumir, no sólo para cubrir sus necesidades, sino para participar de una sociedad de bienestar.
El plan de choque del Gobierno incluye algunas medidas que seguramente resultarán eficaces y otras muchas que no lo serán en absoluto. Cualquiera puede entender que no es inteligente por parte del presidente del Gobierno desoír lo que tiene que decirle el líder del principal partido de la oposición. Y más en este caso, en el que el presidente Feijóo (por otra parte, como suele hacer) ha priorizado la calidad de los consejos sobre las querencias partidistas de los consejeros . Sumar es mejor que restar.
El Partido Popular presentó al presidente del Gobierno un plan serio y razonado. Y el presidente del Gobierno tiró esta aportación a la papelera. El plan del PP estaba cargado de sentido común, con medidas como la revisión de los tramos fiscales para reducir de forma selectiva e inmediata los impuestos y favorecer así una mayor disposición de poder adquisitivo por parte de las familias. Suenan sensatas también las propuestas de hacer una auditoría para identificar los posibles gastos superfluos de una burocracia sobredimensionada o de adaptar el destino de los fondos europeos a las necesidades actuales de la economía.
Pero, sobre todo, la propuesta del PP implicaría la adopción de reformas estructurales para incentivar la actividad económica . Es decir, ampliar la visión y evitar la continuidad de una política de parches que no garantiza el pan para hoy, pero sí el hambre para mañana.