Javier Guerra - Senador del PP
Bildu: Abel Caballero, no son luces, son sombras
Ha tenido la oportunidad de tomar postura com sus compañeros de partido que se niegan a traicionar a la democracia
El alcalde de Vigo, Abel Caballero, quiere que todos hagamos como él: comulgar con ruedas de molino. En el colmo de la desvergüenza, Caballero justifica que el Gobierno de España reciba el apoyo de los herederos de ETA para aprobar los Presupuestos del Estado y sostiene que se trata de un apoyo sin contrapartidas. Quiere hacernos creer que Bildu regala sus votos al PSOE a cambio de nada.
El mero hecho de que las cuentas públicas de España sean apoyadas públicamente por los independentistas radicales vascos y que el PSOE de Sánchez reciba con gusto ese apoyo es ya una concesión. Es otorgar a quienes ni siquiera han condenado todavía los asesinatos de ETA un protagonismo en la política española que no deberían tener bajo ningún concepto. Una cosa es aceptar su presencia en las cámaras como representantes de la población que todavía les vota (muy poca en comparación con el universo de votantes de España) y otra es hacer comandita con ellos . Si hoy los periódicos españoles hablan de Bildu es porque el PSOE le ha dado «carta de naturaleza» como un aliado válido y ha convertido a esta formación en protagonista del debate público.
Y esto no hay forma de justificarlo en estos momentos. Ni siquiera con el argumento de que ETA haya dejado de asesinar. Los partidos de Estado tienen que dejar muy clara su postura contraria a los enemigos del Estado . Y, si no lo hacen, están traicionando su juramento o promesa de cumplir y hacer cumplir la Constitución. Tienen que dejar clara esta postura incluso aunque acepten, como ha hecho el PSOE, que los enemigos del Estado tienen cabida en esa Constitución. Una cosa es aceptar que entren y otra muy diferente es convertirlos en aliados y darles portadas.
Han sido varios los líderes del PSOE que han reprochado de una forma muy clara a Sánchez este pacto vergonzoso. Son personas con las que no comparto las ideas que defienden ni su modelo de gestión de lo público, pero con las que sí comparto el marco en el que esas ideas deben ser defendidas.
Pero entre esas personas no ha estado Abel Caballero, que ha preferido justificar al presidente del Gobierno y a sus socios. De esta forma se ha quitado la careta, se ha mostrado como es: un estratega al que lo único que le importa es sobrevivir, ya sea coronando Vigo con una gran escultura del Sagrado Corazón o apoyando un acuerdo con personas que tienen las manos manchadas de sangre. El alcalde debería saber que no se puede estar en misa y repicando.
En una nueva maniobra de prestidigitación, utiliza un lenguaje ambiguo para sostener que le gusta lo que no le gusta. Que preferiría otros amigos, pero que acepta a estos. Y hace aquello que mejor sabe haber y a lo que nos tiene acostumbrados: surfear e intentar mojarse lo menos posible. Ha tenido la oportunidad de tomar postura con sus compañeros de partido que se niegan a traicionar a la democracia española, pero no lo ha hecho. Ha preferido, una vez más, echar balones fuera.
Cuando le preguntan sobre el pacto del PSOE de Sánchez con Bildu responde, como siempre hace, aludiendo al PP. El PP tiene clara su postura, que es la misma que la del resto de los demócratas españoles, incluidos los del PSOE . Que no hay que dar protagonismo en la gestión del Estado a los enemigos del Estado.