La desescalada en los hospitales
Los ingresados por Covid bajan de los cien, el mejor dato desde el mes de agosto
Los pacientes críticos siguen la tendencia descendente y convierten a Galicia en la comunidad con menos camas UCI Covid ocupadas de España. Los casos activos también se reducen y se sitúan en la frontera de los 2.000
![Vacunación en Orense esta semana](https://s3.abcstatics.com/media/espana/2021/06/05/ourense-kQeF--1248x698@abc.jpg)
De existir la luz al final del túnel, la Comunidad gallega estaría a pocos metros de la salida a juzgar por los datos de presión asistencial que se van conociendo día a día. Atendiendo al parte de ayer, 4 de junio, la situación en los hospitales de la Comunidad no era tan buena desde el pasado mes de agosto , cuando los contagios por Covid iniciaron una peligrosa escalada que derivó en una segunda ola, fruto de los excesos del verano, y en una tercera, mucho más letal y larga de combatir. Hace justo un año, el 4 de junio de 2020, el balance del Sergas anunciaba que en toda Galicia solo había un paciente crítico por coronavirus, y los ingresados en planta eran 23. Se trata de una de las mejores cifras que se recuerdan desde que la explosión de la pandemia hizo necesario un registro de casos diario y amenazó la respuesta asistencial de la red sanitaria, sobrecargada por los infectados.
Un año después y con un 53 por ciento de los gallegos inmunizados con al menos una dosis y 27 por ciento ya con la pauta completa, las cifras vuelven a ser esperanzadoras. Inmersos en una desescalada que se ha caracterizado por la prudencia y el paso seguro , el descenso en cuanto a los infectados más graves lleva días siendo notable (ayer fueron cinco menos que la jornada previa). También invitan al optimismo las estadísticas referidas a los casos activos de la enfermedad (2.052) y a los nuevos positivos aflorados (91 en todo el territorio gallego). La mejoría es palpable, además, en la mayoría de áreas sanitarias , incluso en las gerencias donde la presión llegó a ser más alarmante en los meses previos. Vigo, Santiago y Barbanza, La Coruña y Cee, Orense y Lugo redujeron el total de ingresados, en la mayoría de los casos gracias a un recorte de los pacientes más graves. En Pontevedra y O Salnés las estadísticas se mantienen estables, sin sobresaltos, y solo Ferrol incrementó ligeramente el número de ingresados en planta (siete, dos más), aunque solo registra un paciente crítico. Así las cosas, Galicia es la comunidad española con menos camas de UCI ocupadas por infectados por coronavirus de toda España.
Tras esta radiografía asistencial se oculta una tasa de positividad (2,43 por ciento) que aguanta muy por debajo del límite marcado por la OMS para mantener la pandemia a raya (el 5 por ciento). La última vez que Galicia cruzó esta peligrosa barrera fue el 15 de febrero , en plena tercera ola de la enfermedad y en mitad de unas duras limitaciones para contener el avance del virus que obligaron al cierre total de la hostelería, a limitar las reuniones a solo personas convivientes y a bajar la persiana de los comercios a las 18 horas. Entre una estampa y otra, en la que la retirada de la mascarilla en los espacios al aire libre empieza a tomar visos de realidad, han transcurrido cuatro largos meses marcados por las medidas de contención y la carrera de las vacunaciones.
En este punto, con las vacaciones a la vuelta de la esquina y a un día de que arranque el blindaje del tramo mayoritario de población — el que va de los 40 a los 49 años y que supone más de 440.000 personas — en los centros de vacunación de las cuatro provincias se trabaja para finiquitar la protección en aquellos que superan los 50 años y que más expuestos al virus están a la hora de desarrollar sintomatología grave, muchos todavía pendientes de recibir la segunda dosis de AstraZeneca que obliga a un intervalo de tres meses entre una aplicación y la otra. El verano será, pues, el momento de acelerar —siempre en función de que las famarcéuticas mantengan el flujo de sueros comprometido— la protección del resto de la ciudadanía para lograr la ansiada inmunidad de rebaño que, bajo todas las cautelas, sellaría el fin de la pandemia.