Luis Ojea - La semana
Horizonte 2020: comienza el partido
La decisión de Núñez Feijóo de repetir o no como cabeza de cartel del PPdeG el año que viene es la clave de bóveda del tablero político gallego. La marca Feijóo parece que no se resiente
El doble proceso electoral de esta primavera ha servido para reordenar el tablero político gallego, pero no parece haber marcado el inicio de un nuevo ciclo político en la Comunidad . La carrera hacia las autonómicas de 2020 comienza en un punto no muy distante, más allá del cambio de cromos en la izquierda, de donde arrancaba hace cuatro años la campaña que acabó en la tercera mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijoo.
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Esa es la clave de bóveda del tablero político gallego. La decisión de Núñez Feijóo de repetir o no como cabeza de cartel del PPdeG el año que viene. Si acepta el envite y opta a un cuarto mandato, hay partido. En realidad, el escenario al que se enfrentaría es parecido, muy parecido, al que se vivió ya en la pasada legislatura. Los populares gallegos sumaron el pasado domingo un volumen de votos semejante, apenas hay poco más de dos puntos de diferencia, al que obtuvieran en las municipales de 2015. Y un año después de aquel fiasco, el presidente de la Xunta obtenía en las urnas una nueva mayoría absoluta.
Feijóo no es Casado
El PPdeG se ha visto arrastrado en el doble proceso electoral de esta primavera por las patologías que evidencia en la actualidad su marca nacional. Pese a ello, o por ello, en Galicia los populares sumaron en ambos casos alrededor de un 11% más de votos que en el resto de España. Y todo parece indicar que esa diferencia se ensancharía en unos comicios netamente gallegos.
Se ha comprobado el pasado domingo cómo cambia la decisión de un elector en función del proceso en el que participe. Los populares sumaron en las municipales en Galicia 72.000 votos más que en las europeas. José Manuel Rey aglutinó el 41% de los sufragios emitidos en Ferrol. En la otra urna, ese mismo día, la lista nacional de su partido no llegaba al 30%. Casi 12 puntos de diferencia. En La Coruña 5 y en Lugo más de 3. Tres ciudades en las que los populares ganan en los comicios locales y pierden en las europeas.
Y en unas elecciones autonómicas, en clave gallega, esa «contaminación» provocada por las siglas nacionales se verá aún más diluida, porque en ese tipo de comicios lo que realmente pesa es la figura del candidato.
La previsión de tsunami se frustró
El 26-M ha demostrado, además, que la victoria de Pedro Sánchez en las generales en Galicia respondió a circunstancias coyunturales , no estructurales. Sí, el PSdeG es ahora la fuerza motriz de la oposición y liderará la alternativa al gobierno de Núñez Feijóo, pero su posición es más precaria de lo que puede parecer a simple vista.
Primero, porque la ola socialista se ha frenado. No hay tsunami . El pasado domingo los socialistas sumaron en las municipales en Galicia unos 29.000 votos menos que en las generales. Y esa cifra sería significativamente superior si se eliminase el «efecto Vigo». Y en unas autonómicas Abel Caballero no sale al campo en la alineación titular. En 2015 el regidor olívico superaba el 50% de votos. Un año más tarde en esa ciudad su partido no llegaba al 23% en las elecciones gallegas.
Y segundo, porque los resultados de las municipales devuelven a la «otra derecha» a una posición periférica . Vox sigue fuera del mapa político gallego y Ciudadanos mantiene un rol muy secundario, prácticamente residual. Sin esas formaciones en la ecuación, el PSOE pierde su gran baza, la fragmentación del centroderecha, y reduce su capacidad de movilización y concentración del electorado de izquierdas.
Una carrera a dos con actores secundarios
Los resultados del doble proceso electoral de esta primavera apuntan a que las autonómicas de 2020 serán una carrera a dos, PP y PSOE , en la que el resto de las fuerzas políticas están abocadas a un rol secundario. Ahora bien, el peso y posición relativa de cada una de esas piezas en el tablero serán factores decisivos para el resultado final.
El PP, en efecto, ha conseguido eliminar a Vox de la escena política gallega y diluir a Ciudadanos, pero en la izquierda la atomización persiste. La debacle del rupturismo abre nuevas incógnitas. Ese espacio político llegará tocado, muy tocado, a 2020, pero vivo. Y, al contrario, el BNG crece, pero no tanto como para emerger como alternativa .
La carrera apenas ha comenzado. La lectura combinada de los resultados del 28-A y del 26-M apunta hacia un nuevo escenario político en Galicia, pero no hacia el inicio de un nuevo ciclo. La marca Feijóo parece que no se resiente. La ola socialista parece que se ha frenado. La «otra derecha» ha quedado minimizada. Y la «izquierda alternativa» sale tocada y más dividida. Hay partido .