Pontevedra
La historia «no contada» de los navegantes gallegos
Una exposición repasa las desconocidas aventuras marítimas que se emprendieron desde Galicia entre los siglos XV y XVII
El 20 de septiembre de 1519 cinco naves españolas zarparon del puerto de Sanlúcar de Barrameda en dirección Oeste. Su misión era alcanzar las islas Molucas, inmensamente ricas en especias, por medio de una ruta que evitase tener que atravesar los territorios y rutas de navegación portuguesas establecidas en el Tratado de Tordesillas de 1494. Tras año y medio en el mar y un sinfín de penurias a bordo, lo consiguieron. El capitán de la expedición, Fernando de Magallanes , murió durante la travesía, pero otro navegante, Juan Sebastián Elcano , asumió los mandos y consiguió regresar con lo que quedaba de la flota a España. Era septiembre de 1922 y la flotilla española acababa de completar la primera circunnavegación de la Tierra de la Historia.
Han pasado 500 años de aquello y el Consello da Cultura Galega no ha querido dejar pasar la oportunidad para producir y organizar una exposición en el Museo de Pontevedra con motivo del gran hito histórico. Pero no sobre el acontecimiento en sí, sino más bien sobre el impacto que la hazaña de Magallanes y Elcano ejerció sobre Galicia. Tras la travesía, Carlos V estableció en La Coruña una Casa de Contratación (de la que ya no queda resto) encaminada al impulso del comercio marítimo con las Molucas. Además de situarse a las puertas del Atlántico, la ciudad herculina era la única que contaba con una infraestructura portuaria desarrollada en el norte, razón que llevó al monarca a decantarse por la localidad gallega para castigar así a la Casa de Sevilla, cuya acumulación de poder era tal que había acabado por escapar a su control.
Se planearon de esta manera cinco viajes, de los que solo llegaron a materializarse cuatro, con la intención de explorar y abrir una ruta de navegación con las islas sin depender de Portugal . Las nuevas expediciones, sin embargo, resultaron un fracaso total, y muchos de los marinos gallegos que se embarcaron en ellas murieron durante los periplos sin cumplir su misión. La iniciativa del Consello, compuesta por un total de 34 paneles, se centra –en parte– en la historia de esos viajes y analiza al tiempo lo que supusieron.
«Se trata de un capítulo completamente desconocido y olvidado en la historia de Galicia. La gente tiende a quedarse solo con los episodios heroicos sin prestar demasiada atención a lo comercial. Que para los historiadores estos viajes solo tengan un valor económico no quita que lo que se hizo entonces fuese realmente increíble , pues no hay que olvidar de todas las dificultades que había para viajar en aquella época», expone la historiadora Ofelia Rey , comisaria de «Inventio Mundi». La exposición, disponible hasta el 14 de enero, parte con la salida de Magallanes y concluye en el siglo XVII, cuando los Borbones reemplazan el modelo de navegación español por el francés, que nada tenía que ver. Entre medias, arroja luz sobre las cuatro expediciones fallidas y sus protagonistas y recuerda, de paso, las dificultades y obstáculos a los que se enfrentaban a la sazón los marineros. Huelga decir, claro, que en mayor o menor medida ambas variables estuvieron correlacionadas.
Ni Esteban Gómez , ni García Jofre de Loaísa , ni Diego García de Moguer , algunos de los más destacados navegantes de su época, lograron dar con la ansiada conexión con las Molucas. Mientras que los dos primeros (1524 y 1525) acabaron perdidos o sin salida, el tercero terminó surcando el río Paraná en Paraguay y regresó a España sin haber cumplido su misión. Caso aparte fue el de Simón de Alcazaba , quien, en palabras de Ofelia Rey, «fue un fiasco mismo antes de partir porque se aprovechó de su posición para defraudar a Hacienda». Aunque la Casa de Contratación de la Especiería echó el cierre en 1529 a consecuencia de un acuerdo por el que España cedió el control de las islas a Portugal por una cuantiosa suma, su aportación a las prospecciones geográficas fue de gran valor para la época, además de suponer un impulso económico para La Coruña. Los piratas y enemigos de la Corona, eso sí, se ensañaron con ella durante ese tiempo. Después de todo, vivir en una próspera ciudad portuaria en el siglo XVI era lo que tenía.
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