Luís Ojea - Cuaderno de Viaje
Las hipotecas del socialismo
El de Gonzalo Caballero parece ya definitivamente un liderazgo fallido, preso de demasiadas hipotecas
Vivir en el enjuague permanente es un negocio ruinoso. Se lo recordaron esta semana los empresarios a Pedro Sánchez. El presidente del Instituto de Empresa Familiar le afeó al líder socialista que viviese instalado en políticas cortoplacistas para mantenerse en el poder. Es cierto que es una estrategia catastrófica, una senda que si no se rectifica a tiempo acabará abocando al país a una nueva recesión. Pero también lo es que Sánchez está condenado a ello. No puede escapar de su pecado original. Los compromisos que contrajo con los populistas y los separatistas para poder aterrizar en Moncloa le obligan, le obligarán siempre, a vivir en el alambre, en la política del apaño y el amaño.
Ese es el peligro de las hipotecas. Ofrecen liquidez a corto plazo para iniciar o impulsar un determinado proyecto, pero conllevan unas obligaciones que no se podrán eludir sin declararse en bancarrota. Esa es la situación actual de la izquierda. En el ámbito nacional y también aquí en Galicia. Una izquierda atrapada en sus hipotecas.
Especialmente el PSdeG. Un socialismo hoy desnortado y preso de sus complejos, que decidió hace ya más de tres años postrarse ante el rupturismo y entregarle las llaves de gobiernos como el de La Coruña, Ferrol o Santiago. Hipotecó entonces su futuro y ahora tendrá afrontar la factura. Un pago del que no huirán resucitando a personajes como Bugallo. Que presenten como su mejor baza la resurrección de un político que perdió ya en 2011 las elecciones describe perfectamente el grado de delirio en el que viven instalados los actuales inquilinos de la Rúa do Pino.
Y siendo un disparate, no es el mayor dislate de la dirección de Gonzalo Caballero, cautiva además de un modelo de primarias que destroza internamente al partido. Ese sistema de promoción interna puede ser útil en culturas políticas como la americana, no aquí. Aquí ahuyenta a personajes que podrían ser buenos candidatos pero que no están dispuestos a participar en ese tipo de espectáculos. Las primarias condenan al PSdeG a la mediocridad, la división interna y la lucha cainita. Sí, el socialismo gallego saldrá de estos procesos más fracturado de lo que está ya ahora.
En todo caso, el mayor drama para el PSdeG es que a su presunto líder no le importa demasiado que el partido naufrague en esos comicios locales. Caballero lleva tiempo diciendo que esa película no va con él. No es cierto. Y tanto no lo es que, ante el temor a que los resultados difieran mucho de las psicodélicas encuestas de Tezanos, a que surgiese algún mirlo blanco en el partido la próxima primavera o a que ganase fuerza en esas elecciones alguno de los barones críticos, acabó forzando unas primarias exprés, un esperpento, para atornillarse en el cargo.
Esa parece su única preocupación. Por eso está dispuesto a seguir compadreando con los populistas. Y por eso se pliega a todas las majaderías que le ordenan desde el virreinato de Vigo. Va a resultar muy interesante comprobar cómo piensa justificar que Abel Caballero intente esquivar su comparecencia en la comisión parlamentaria que investiga el accidente de O Marisquiño.
Ese es el problema de las hipotecas. Sí, permiten ampliar fronteras o sobrevivir en un determinado momento a una situación puntual de falta de liquidez, pero mal manejadas pueden también comprometer el futuro del prestatario ni no sabe medir las consecuencias de las obligaciones que adquiere en el contrato. En economía se advierte con frecuencia de los riesgos de un excesivo grado de apalancamiento. El de Gonzalo Caballero sobrepasa desde hace tiempo los límites de lo sostenible. El suyo parece ya definitivamente un liderazgo fallido, preso de demasiadas hipotecas que lo abocan a una política del apaño y el amaño permanentes, de enjuagues cortoplacistas que son, siempre serán, un negocio ruinoso.
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