LIBROS

Un hincha camuflado

Alfonso Armada | Libros del KO. Colección «Hooligans Ilustrados» | 7 euros

Jaime G. Mora

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De todos los libritos de la colección «Hooligans ilustrados» de Libros del KO, el de Alfonso Armada es el más ilustrado —por sus 80 páginas pasan autores como Pessoa, Camus, Twain, Dostoyevski— y el menos hooligan: «No han dejado de asaltarme las dudas desde que me comprometí a escribir un libro que no tiene sentido, porque va contra todo lo que se supone que es un verdadero hincha».

De pequeño, cuando sus compañeros del colegio Montecastelo comentaban encendidos el partido del Celta de Vigo, Armada no tenía nada que decir. Lo tachaban de raro, nena, idiota o maricón —«a veces todo de una tacada»— porque prefería pasarse el fin de semana en la estación de ferrocarril, o en el puerto, que sentado junto a su padre ante el televisor.

El hoy director del Cultural de ABC era malo jugando al fútbol. «Sin paliativos». Cuando se ponía de portero se tapaba la cara para que no le rompieran las gafas. Como defensa «no partía piernas ni plantaba cara». Y, como delantero, siempre mandaba el balón fuera. Armada hizo todo lo posible para «llevar una vida completamente distinta» a la de su padre, buen portero en su juventud y mejor regatista cuando se quitó los guantes.

En «El Celta no tiene la culpa» el escritor vigués plasma su reconciliación, ocho años después de su muerte, con Cholo Armada, que además de portero del Rápido de Bouzas e hincha del Celta era su padre. Una reconciliación tardía para una relación «enfermiza» que, por causas no explicadas, estuvo marcada por el odio y el miedo «durante demasiado tiempo».

Ahora que se han cerrado viejas heridas, Armada se alegra cuando el Celta gana, sigue los partidos de su equipo con secreta fruición y hasta fantasea con ganar la Liga. Incluso disfruta con las tertulias futboleras con Luis Prados, quien durante seis años fue su mano derecha en el Máster de ABC, que Armada dirigió. Ni el memorioso «Praditos» ni David Álvarez, ex redactor jefe de Deportes del periódico, el primero de los tres mosqueteros en caerse de la tertulia, le llaman nena, idiota ni maricón. Ahora que se han cerrado viejas heridas, que se ha reconciliado con Vigo, su ciudad, y con el mar, el autor lamenta haber renunciado al fútbol cuando era niño. Porque «el Celta no tuvo la culpa entonces, como no la tiene ahora».

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