Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN

Los héroes del papel

Pese a los que predicen la agonía de la prensa escrita, aún sobreviven publicaciones con buena salud

A José Altabella, que conocía mejor que nadie la historia de los periódicos españoles y que fue, entre otras cosas, jefe del archivo de ABC, le quedó por completar el catálogo del «periodismo efímero», que así llamaba él a los papeles que salían una vez a la calle y no salían la segunda. La evaporización solía responder a razones económicas, que casi siempre resultan ser consecuencia del exceso de entusiasmo y la carencia de sentido de la realidad.

En esta demarcación provincial hay muchos ejemplos de fugacidad periodística y abundan las cabeceras vistas y no vistas, muertas en un suspiro y, todas ellas, tituladas curiosamente con nombres pintorescos, así «El Automóvil» de Foz o «El Martillo», de Sarria, muertas en el parto.

Cuando uno hace memoria de tanto periódico esfumado en horas, mayor admiración le merecen aquellas publicaciones que, sin más respaldo que el entusiasmo y la tenacidad de sus promotores , se sostienen en pie año tras año, número tras número, y llegan a los lectores con puntualidad indefectible, muchas veces gratis y otras a precio que no alcanza ni para pagar el papel. Desde la revista al opúsculo, estos papeles, más que publicaciones son milagros.

En Galicia todavía quedan algunas muestras de heroica perseverancia editorial. En Viveiro, sin otro soporte que sus suscriptores, sigue tan robusto como en 1912, cuando asomó la cabeza, el «Heraldo de Vivero». Y otro tanto cabe decir para «La Voz de Ortigueira» . Con menos años pero no con menos esfuerzo y dignidad, sigue saliendo «Amencer» una revista nacida en las aulas del Real Seminario de Santa Catalina, de Mondoñedo, y que ya ha cumplido los 37 años y los 240 números, muchos ellos con rango universitario, por la calidad e interés de sus colaboraciones. Al frente de «Amencer» sigue estando Félix Villares, verdadero magister de centenares de estudiantes que tuvieron la fortuna de lucrarse de su sabiduría y de su indeclinable galleguismo.

Fruto también de la generosa obstinación de sus promotores es la revista «Artesonado» (o «Artes/o/nada», como se puede leer en el grafismo de su cabecera) como algo más que el órgano de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Escola de Artes Ramón Falcón. La revista acompaña cada uno de sus números con una serigrafía, firmada y numerada, de algún artista plástico lucense. Todo, sin pretensión mercantil, porque revista y estampa se reparten gratuitamente a socios y amigos.

En esta hora en la que los agoreros de la agrafia insisten en predecir la agonía de la prensa escrita, no está de más recordar que existen publicaciones en papel (aquí quedan anotadas unas cuantas, pero no son las únicas), que, con toda la modestia que se quiera, no sólo aguantan con firmeza las acometidas de los soportes informáticos sino que muestran muy buena salud. Y ninguna prisa por morir.

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