Luis Ojea - Cuaderno de Viaje

Hacia la irrelevancia

Este domingo la UPG tomará el control ya sin intermediarios ni caretas, preparándose para tratar de sobrevivir posiblemente sin representación

El BNG inicia este fin de semana el último tramo de su viaje hacia la irrelevancia reincidiendo en la fallida estrategia y los viejos errores que los han llevado hasta el borde del precipicio. Mañana la UPG tomará el control ya sin intermediarios ni caretas, preparándose para tratar de sobrevivir, muy probablemente sin representación parlamentaria tras las próximas elecciones autonómicas, como una fuerza residual en el tablero político gallego.

La Asamblea de La Coruña era quizás la última oportunidad que le quedaba al Bloque de modificar el rumbo, de optar por el discurso menos ideologizado y más próximo a la realidad de la calle que habían ensayado en el ámbito municipal con, por cierto, notable éxito electoral. Pero el BNG actual se mueve hacia otras coordenadas. Buscará en el extremo del mapa político su espacio de supervivencia. Ahora mismo su prioridad es resistir, convencidos de que el beirismo, tarde o temprano, acabará naufragando.

El Bloque que saldrá de este fin de semana, obsesionado por expulsar de su antiguo caladero a los mareantes, meterá una marcha más en su proceso de radicalización, acentuando la retórica soberanista para demostrar que son los únicos nacionalistas verdaderos. Y también la izquierda auténtica. Aún acomplejados por su paso por el bipartito, y con tal de quitarse el estigma de ser parte de la casta, el nuevo BNG se lanzará a cualquier batalla perdida por muy delirante que sea. Siempre fueron sus preferidas.

La elección de Ana Pontón como portavoz es una esclarecedora declaración de intenciones. Dogma puro en vena, sin concesiones, sin matices. Como experimentada apparatchik, seguirá al dictado la partitura escrita por los coroneles. Un guion diseñado, en realidad, hace mucho tiempo, en Amio, cuando la U abrió las puertas de la organización a los herejes para preservar la pureza ideológica. Quizás entonces no calibraron del todo bien el coste electoral de la operación. Pero ahora, conscientes, están dispuestos a redoblar la apuesta, aun a riesgo de que suponga su completa extinción. Prefieren vivir en la clandestinidad que claudicar ante Beiras y Podemos.

En los próximos meses la antigua casa común del nacionalismo gallego seguirá desangrándose agónicamente. Volverá el goteo de bajas y cuando dentro de un año se cierre el proceso de refundación que se inicia mañana en La Coruña el Bloque será una organización aún más irrelevante que hoy.

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