José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO

Gulag naranja

Así actúa Ciudadanos en Galicia: dedazo, autocracia y amenaza de expulsión a los críticos

En la teoría política, cuando los líderes se sienten inseguros o necesitan de la adulación constante de su círculo más próximo, no dudan en acallar cualquier voz discrepante por simple miedo. Nunca se sabe si el crítico, en el fondo, es un sedicioso que trabaja para el enemigo y te debilita. Por eso, la masa debe acatar la cadena de mando sin discusión, sin levantar la voz, sin cuestionar mínimamente las decisiones del Politburó, la intelligentsia orgánica que piensa, debate y decide por los pobres ignorantes que militan en el partido.

Así actuaba la Rusia comunista, purgando al disidente —y si no lo era ya emplearían métodos de convicción para que confesara serlo— y o bien se le ejecutaba, o bien se le mandaba a Siberia al Gulag. Salvadas todas las distancias —y el respeto a los derechos humanos, obviamente—, así actúa Ciudadanos en Galicia: dedazo, autocracia y amenaza de expulsión a los críticos. La nueva política transita los senderos de lo más viejo y recalcitrante.

En la Rusia comunista tenían a la NKVD y a Nikolai Yuzhev para esta tarea de examinar la pureza ideológica. En Ciudadanos, es Fran Hervías. Viene a «explicar» la decisión de la dirección del partido de cambiar a los cabezas de lista de La Coruña y Pontevedra por otros, atendiendo a razones tan transparentes como que a Rivera le ha parecido oportuno. Y al líder nunca se le discute. Vivan las primarias, viva la participación interna, que diría aquel. Pero no lo duden: militante que proteste, militante que ponen en la calle. El Gulag naranja no es Siberia sino un banco del parque, el bar de la esquina o el salón de casa. El debate de ideas tiene esas cosas.

Dos teorías acerca de este guante de hierro inexplicable en un partido que se vende siempre sonriente tras el halo beatífico de Albert Rivera —ese mago de la palabra que ha travestido el «oportunismo» de venderse a izquierda y derecha como «responsabilidad de Estado»—. O son conscientes de que la estructura de C’s en Galicia era un completo desastre y tenían que darle la vuelta como un calcetín, o es que Rivera no es capaz de gestionar que sus afines no le rían todas sus gracias.

Porque ya de proyecto político para Galicia ni hablamos, ¿verdad? Por cierto, qué gran paradoja que Rivera vaya a Venezuela a defender la libertad de expresión mientras la persigue internamente en su partido...

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