José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO
Gestora de parte
Pilar Cancela, no puede decir que ella y sus mariachis están legitimados para seguir en esta dirección interina alegando los resultados de las primarias que ganó Leiceaga
El afluente gallego del PSOE también baja revuelto. El río ya venía convulso desde antes del 25-S, quizás en previsión de que el resultado electoral iba a ser el que acabó siendo, esto es, un desastre sin paliativos . En las causas de la catástrofe hay varias paternidades a atribuir: una gestora nada neutral que intentó ajusticiar al 40% del partido; un candidato — y sus asesores— que pecó de nulos reflejos en la elaboración de las listas; pero también hay que señalar a las baronías críticas, que hicieron patente su malestar a sabiendas de que dañaban a la marca. Entre todos mataron al PSdeG y él solo se murió en las urnas.
Llegados a este punto, alguien deberá tomar algunas decisiones de estrategia y de mensaje. No es de recibo que ahora se cuestionen los pactos con el populismo cuando el candidato que concurrió a las autonómicas defendía acordar con ellos —o con el mismísimo Diablo— para desahuciar a Feijóo de Monte Pío. No se puede cambiar de discurso cada quince minutos en función de los varapalos que te vayan propinando las urnas. Porque luego la ciudadanía te toma a chufla. Y así va la cosa.
Por eso la presidenta de la gestora, Pilar Cancela, no puede decir que ella y sus mariachis están legitimados para seguir en esta dirección interina alegando los resultados de las primarias que ganó Leiceaga. Disculpe, ¿ahora resulta que era su candidato? ¿Pero no nos vendieron entonces que la gestora era neutral? Una vez más, la verdad escapa de Pilar Cancela . Nada novedoso, por otra parte. Los lectores de ABC saben que la llamada a ser árbitro de la contienda fue juez y parte en aquel proceso. Ahora bien, si el triunfo de Leiceaga en las primarias lo fue también de Cancela, cabe inferir que la derrota el 25-S del primero lo es de la segunda. Hacen bien los críticos en enseñarle la puerta de salida, y no sorprende que la aludida se niegue a cogerla.
Cometería el PSdeG un error mayúsculo si centra su debate interno en si esta gestora es la adecuada o hay que buscar otra algo menos señalada. El «quita a los tuyos para poner a los míos» es absurdo y estéril . La pregunta es si cabe exigirle a esta dirección interina que, de una vez, haga el trabajo que se le encomendó: convocar un congreso extraordinario que designe líder y resetee estrategias. Sin mirar a Ferraz en busca de tutelas, apelando a esa autonomía que ha desaparecido en los últimos meses en el PSdeG. Sería un mensaje de identidad propia para un socialismo gallego huérfano de ella en estas pasadas elecciones.
Mientras la gestora no cumpla su cometido real, seguirá siendo cuestionada —algo que, por lo visto, le da igual a su presidenta—. Lo que no ve es que, al mismo tiempo, la herida del PSdeG seguirá abierta, y ya va siendo hora de coser algo más que puntos de sutura.