Germán Lago, el gallego que hizo volar la rondalla
Se cumplen 50 años de la muerte del músico vigués. La CdC acoge el homenaje al autor que elevó las cuerdas de pulso y púa a escenarios reservados a violas, violines y chelos
Hay que remontarse a los primeros compases del siglo XX para entender el tamaño de la revolución que Germán Lago (Vigo, 1883-Madrid, 1967) protagonizó en la historia de los instrumentos de pulso y púa en España. En unos años 20 en los que la guitarra no se consideraba un instrumento digno de la academia de los conservatorios, en los que bandurrias y laúdes se relegaban al papel de simples acompañantes de romerías populares y en los que el propio Andrés Segovia peleaba por captar la atención de un público reacio a aceptar la guitarra clásica como solista de recitales, este director, arreglista, profesor y compositor gallego adaptó piezas creadas para orquestas de violines, violas y chelos, construyendo un nuevo repertorio de culto nunca antes interpretado por las cuerdas de pulso y púa. «Lo que hace es prestigiar estos instrumentos, dotándoles de un nuevo repertorio y de un lenguaje cuidado y estilizado, característico de sus coetáneos de la Generación del 27, que beben de lo popular y lo subliman» , apunta Samuel Diz, guitarrista clásico e investigador, autor de «Guitarra clásica galega». Pasada por su filtro, esa revisada ‘rondalla’ se elevó a los escenarios de culto, logrando —en palabras de Joaquín Turina— «una sonoridad llena, aunque jamás agria, y obteniendo precisos detalles de finura y delicadeza».
«Lago conformó una nueva orquesta de púa y guitarra con aspecto sinfónico obteniendo la aprobación de críticos, músicos y compositores » , afirma Antonio Navarro, autor de «Los instrumentos de púa en España». Ligado a la rondalla —su primera aparición, con 17 años, se sitúa junto a la agrupación A Lira de Gondomar—, el profesor «imprime un nuevo impulso, con una visión mucho más culta y una técnica mucho más avanzada», abunda Navarro, miembro del Cuarteto Aguilar, heredero del legado musical de la formación homónima con la que, en los años 20-40 y bajo las enseñanzas de Lago, los hermanos Paco, Ezequiel, Pepe y Elisa alcanzaron reconocimiento internacional con composiciones escritas para sus laúdes españoles por autores de la talla de Igor Stravinsky o Joaquín Turina.
La impronta de este maestro, con plaza de funcionario en Hacienda y al que una enfermedad impidió tomar posesión como profesor de violín en el Conservatorio de Madrid, se extiende por múltiples formaciones cultivadas bajo su batuta, como la Mandolinística Hispania (en la imagen), la Orquesta del Centro de Hijos de Madrid y, de forma destacada, la Orquesta Ibérica, a la que Kart Wecher, director de la afamada sala de conciertos Hollywood Bowl, citó en «Los Angeles Times» como una de las dos grandes impresiones recibidas en su visita a España, junto con la colección de Stradivarius del Teatro Real.
Ahora, en el 50 aniversario de su muerte, parte del legado artístico de Germán Lago, donado por el matrimonio que forman Esther Casado y Antonio Navarro, llegará al Arquivo de Galicia de la Cidade da Cultura (CdC) para su conservación y estudio . Se trata, indica Samuel Diz —tercera pata en el trabajo de investigación desarrollado en torno a la figura del director gallego—, de material recopilado con meticulosidad por el propio maestro, en cuadernos en los que reunía recortes de prensa, programas de conciertos, fotografías... También, de la colección completa de partituras compuestas o arregladas por él para cuartetos de púa y pulso, agrupadas —no sin cierta dosis de sorna, hace notar Diz— bajo el título de «Rondalla».
Un legado disperso
Lago no tuvo descendencia y la reconstrucción de su legado obliga a unir piezas dispersas en bibliotecas, hemerotecas y archivos municipales del Val Miñor. Muchos de los materiales que ahora vuelven a Galicia fueron entregados a Antonio Navarro por la viuda del compositor. «Cuando el libro salió de la imprenta se lo llevé y trabamos amistad. Llegado el momento me entregó distintas pertenencias de su marido: sus diarios de la Orquesta Ibérica, escritos, cartas, algunas fotografías... Sus instrumentos, en cambio, fueron vendidos en algún momento por la familia» , expone el investigador.
En 2019 todo el trabajo realizado por Esther Casado, Antonio Navarro y Samuel Diz verá la luz en forma de monografía. Antes, los tres se reunieron en Santiago rindiendo homenaje con sus palabras y su música a quien marcó «un antes y un después» en la consideración de los instrumentos de púa y pulso españoles.