José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO

Gandhi en el Peleteiro

La «contrainformación» busca hacer creer que los que se encerraron en Peleteiro eran jóvenes pacíficos a los que la represora Policía dispersó a porrazos

Debieron contarle mal a Martiño Noriega la película de lo que sucedió el sábado en las inmediaciones del viejo colegio Peleteiro de Santiago. Él no pudo verlo en persona porque estaba fuera de la ciudad. No sé si su fuente de información son los vídeos tendenciosos que algunos que se llaman a sí mismos periodistas han colgado y difundido en las redes sociales. Los venden como una suerte de «contrainformación», de reverso rebelde y contestatario de la información manipulada por el poder que, a su juicio, los demás difundimos en nuestros soportes por servidumbre. Pero como ocurre con quienes se escoran hacia los extremos, la realidad es otra.

Okupación del colegio Peleteiro MIGUEL MUÑIZ

La «contrainformación» busca hacer creer que los que se encerraron en Peleteiro —no con una vocación de imbuirse del ambiente pedagógico de la institución sino de asaltarla con taladro y martillo— eran jóvenes pacíficos a los que la represora Policía dispersó a porrazos porque en esta España nuestra uno no se puede manifestar en libertad. Mentira. La Policía no empleó métodos expeditivos hasta que necesitó dispersar a la masa radical para poder desplegar el dispositivo con el que desalojar el Peleteiro. Fue en ese momento cuando algunos se lanzaron al suelo, en modo «del barco de Chanquete, no nos moverán». Los agentes se aplicaron con firmeza y rotundidad, pero no con violencia. Era ridículo ver a algunos desgañitarse gritando «¡me agreden, me agreden!» cuando eran sacados en volandas. Esto lo relato en primera persona, porque yo estaba allí, no me lo tuvieron que contar, como al alcalde.

Lo que no aparece en la «contrainformación» es que algunos de sus agentes, como queda reflejado en la foto de esta página, ejercía más de piquete de la manifestación que de periodista en el ejercicio de su labor. Supuestos informadores con chalequito reflectante intentaron obstaculizar la labor —esta sí— profesional de reporteros gráficos que querían plasmar la entrada ilegal de los okupas en el Peleteiro. Ahí tienen una diferencia. La prensa seria enfoca a quienes infringen la ley; la «contrainformación» graba a policías de paisano que hacen su trabajo. Y la prensa seria sí pudo trabajar sin obstáculo por parte de la Policía. Lástima que algunos organismos profesionales amparen a otro tipo de prensa. Es entendible, por tanto, que para Martiño Noriega el centenar de encapuchados y sus secuaces del exterior, esos que escupen insultos como quien masca chicle, fueran «resistentes pasivos», como Gandhi cuando plantaba pacífica cara al invasor británico. Pero está desinformado. Y para dárselas siempre de tan resabiado, es un extraño defecto en el alcalde de Santiago. La realidad es otra. Aunque no coincida con la suya.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación