Alberto Núñez Feijóo - Tribuna
El día de la Galicia real y soñada
«Cada año que pasa nuestro país supera marcas, se afianza en todos los ámbitos y muestra una admirable confianza en sí mismo»
En otros tiempos, el Día de Galicia servía para dibujar sueños que parecían imposibles. Sueños de libertad, progreso y convivencia democrática que entonces eran desmentidos por la realidad. El 25 de julio suponía solamente un breve paréntesis que permitía imaginar un país diferente al del día 24, y distinto al del 26. La desproporción entre esa Galicia soñada que se resumía en una jornada excepcional y la tristemente real que se vivía el resto del año era abismal.
En estos tiempos, en el Día de Galicia también soñamos, pero con la certeza de que la mayoría de esos sueños son factibles . Para ellos no existen más límites que los que establezca nuestra voluntad, porque cada año que pasa nuestro país supera marcas, se afianza en todos los ámbitos y muestra una admirable confianza en sí mismo. Los últimos años de crisis y posterior recuperación son una prueba palpable de eso. Hace tiempo que quedó atrás la idea de la resignación y ahora tampoco nos dejamos engañar por el conformismo . Cada meta lograda es un punto de partida para la siguiente. La imagen que ofrece Galicia es la de un pueblo en marcha en el que cada gallego es insustituible.
Por eso, el 25 de julio no es un hito extraordinario que sirva para olvidar los malestares de ayer o las frustraciones de mañana. Los gallegos saben que las conmemoraciones de este día grande se repiten de otro modo los demás días del año. Las palabras que se pronuncian el Día de Galicia, las declaraciones que se hacen y los propósitos que se expresan, son la traducción del trabajo cotidiano de los gallegos .
Si celebramos nuestro autogobierno es porque nuestra Autonomía está consolidada, gracias, en buena medida, al trabajo de pioneros como el recientemente fallecido Gerardo Fernández Albor. Si loamos la unidad es porque la unidad esencial del país no es una ilusión, sino algo patente cada día . Si subrayamos la libertad es porque Galicia forma parte del coro de las comunidades más libres del mundo. Si disfrutamos del bienestar de nuestra sociedad, se debe a que construimos entre todos una Comunidad con servicios públicos eficientes y un espíritu solidario con poco parangón.
En suma, el 25 de julio es un compendio de tantas y tantas fiestas populares que marcan el ritmo vital de nuestra tierra. En ellas hay afectos que se recuperan o fortalecen, una rica diversidad y un talante hospitalario que hace que se reciba con entusiasmo a todo el que quiera participar. La palabra «ajeno» no se pronuncia y nunca se manifiesta de manera tan rotunda esa facultad descrita por Álvaro Cunqueiro de «anosar» . Galicia se hizo «anosando» experiencias propias, pero también las que vinieron por el Camino de Santiago y lo sigue haciendo en el mundo globalizado en el que nos toca vivir, pensar y trabajar.
En los muchos días de Galicia que los gallegos celebramos en nuestras ciudades, villas y aldeas, la diversidad no es impedimento para que la alegría sea común. No existe una galleguidad uniforme, ni un patrón único para distinguir los «buenos» y «malos» gallegos . La devoción por nuestro país puede expresarse de muchas maneras, y la participación en la tarea incesante de engrandecerlo admite múltiples fórmulas. Nuestra historia nos ha enseñado que lo diverso enriquece y lo uniforme asfixia la creatividad, llevándonos por el camino del desfallecimiento.
Galicia no desfallece porque es múltiple, tiene sueños reales y conserva su cohesión. Así como en otros tiempos el Día de Galicia era una evasión de la cruda realidad, hoy supone una reafirmación de lo que somos. No solamente es hermoso el país que celebramos el 25 de julio, sino también el del 24 y el 26 . Todos los días del año las gallegas y los gallegos construimos la realidad soñada.
Buen Día de Galicia.