Sociedad

Galicia presenta su nuevo modelo de residencia: módulos más ‘familiares’ con un tope de 25 usuarios

Los centros tendrán un máximo de 150 mayores, divididos en seis unidades decoradas con sus propias pertenencias

Los hospitales suministrarán la medicación directamente a los geriátricos con más de 90 plazas

Una usuaria en un centro de mayores de la Comunidad ABC

Patricia Abet

Uno de cada cuatro gallegos ha cumplido los 65 años , en la mitad de las comarcas la población de edad avanzada representa más del 30 por ciento del censo y el número de jubilados iguala ya a la suma de los habitantes de las provincias de Lugo y Orense. Así visto, el invierno demográfico que atraviesa la Comunidad es un fenómeno imparable que obliga a tomar medidas para que los mayores —cada vez más y más longevos— lleguen al final de su vida en las mejores condiciones. Ese fue el germen de la creación, hace justo un año, de un comité asesor formado por especialistas de todas las áreas que con su experiencia dibujaron los cimientos de las residencias gallegas del futuro . Las conclusiones a las que llegaron la expuso este martes la titular del departamento de Política Social, Fabiola García, en una intervención parlamentaria en la que trazó un modelo de edificio que persigue la «humanización» y la modernidad en pro del bienestar.

En este salto del geriátrico tradicional a un nuevo formato de ‘casa del residente’ tendrá mucho que ver el tú a tú con el usuario, que gana peso en el funcionamiento diario de los centros, a partir de ahora más conectados no solo con sus necesidades asistenciales sino también emocionales y comunicativas . La clave del nuevo proyecto —que se irá implementando de manera progresiva tanto en los centros ya existentes como en los de nueva construcción— pasa por exigir una «formación continuada» por parte de la plantilla que deberá adaptarse a nuevas realidades como la tecnológica. Desde el próximo año, y con la experiencia de la residencia piloto de A Estrada, las habitaciones de los usuarios estarán diseñadas para que si alguno se cae o deambula, una alerta se active . Además, un monitor medirá sus contantes a diario y habrá sistemas para comunicarse con las familias en todas las habitaciones.

Entre las novedades más notables estará el límite de 150 residentes por centro , que se distribuirán en las denominadas ‘unidades de convivencia’, un máximo de seis. La esencia de esta distribución es que cada unidad funcione como una «minirresidencia» con un límite de 25 huéspedes que puedan llevarse la decoración que tenían en sus casas o recibir a sus familias para comer, una forma de garantizar que el lazo familiar se mantiene más allá de las clásicas visitas en «salones interminables». Además, se controlará la rotación de los trabajadores de los módulos para que sea la mínima imprescindible, potenciando la idea de familiaridad y confianza que contagia todo el proyecto.

«No se trata de hacer cambios superficiales ni de hacer residencias idílicas, sino adaptadas a la realidad demográfica y social de Galicia» introdujo desde la tribuna la responsable del departamento de Política Social. « Las personas tienen que sentirse cómodas en esas residencias, que encajen con sus preferencias , respetando su dignidad y personalidad» defendió García para aclarar que en los centros de mayores de la Comunidad «se destierran las sujecciones físicas y farmacológicas excepto en casos en los que un facultativo así lo estipule». Acerca de la materialización de este plan y de los tiempos de implantación, Fabiola García aclaró que « no se trata de demoler residencias, sino de crear criterios comunes para las de nueva construcción y para las reformas que se realicen».

La exposición del proyecto se topó en el hemiciclo con las quejas de los grupos de la oposición, que criticaron el máximo de 150 usuarios que delimita el plan, calificándolo de «macrorresidencias». «Una macrorresidencia nunca será un hogar , no nos excusemos en las unidades de convivencia» afeó la portavoz socialista, Marina Ortega, que frente a la implantación de las habitaciones digitalizadas lamentó que «no existe tecnología que sustituya a las personas». El tope de residentes por centro, convertido en caballo de batalla de la comparecencia, también fue censurado desde las filas nacionalistas que defendieron «un máximo de 100 personas» argumentando que «los datos que enseñó el Covid es que donde más impactó fue en las de más de cien plazas» según manifestó Olalla Rodil.

5.500 pacientes crónicos

Otra de las novedades trazadas por el comité asesor busca aliviar la presión a la que está sometida la Asistencia Primaria, derivando a los hospitales la labor de servir la medicación a las residencias de más de 90 plazas. Además, atendiendo al nuevo diseño serán estos centros los que se encarguen de las recetas de los 5.500 pacientes crónicos que viven en ellos. « Vivimos más y eso supone un nuevo reto que no consiste en que tratemos a los mayores como si fueran niños , ni que los obliguemos en un lugar donde no quieren vivir» aclaró la encargada de Política Social como defensa de un nuevo modelo de residencia que activará vías rápidas para que los internos de que lo necesiten puedan acceder a los servicios de Urgencias. También se pondrá en marcha un código residencia específico en la centralita del 061.

En la misma línea asistencial, se crearán las primeras unidades de cuidados intermedios de la historia de la Comunidad. Se trata de instalaciones en las que se atenderá a las personas que ya recibieron el alta hospitalaria, pero que a su vez siguen requiriendo acompañamiento. La idea, apuntaron desde Política Social, es que con estas unidades como espacio intermedio puedan retomar su vida autónoma evitando el ingreso en una residencia . Con los mayores en el centro, las residencias gallegas del futuro aspiran a ser más humanas, más íntimas y un mejor lugar para «el otoño vital» de quienes las requieran.

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