Alberto Varela - CRÓNICAS ATLÁNTICAS

Galicia e Israel

Menos mal que aún quedan jueces para aplicar el sentido común y frenar las ocurrencias de algunos políticos megalómanos

Esta semana conocíamos la sentencia que ha anulado el acuerdo de Compostela Aberta, BNG y PSdeG en Santiago en el que llamaban al boicot a Israel a raíz del conflicto con Palestina. Menos mal que aún quedan jueces para aplicar el sentido común y frenar las ocurrencias de algunos políticos megalómanos que creen que los han escogido concejales para asumir las funciones de secretario general de la ONU y no para arreglar los problemas municipales.

Al margen de que el gobierno israelí tenga mucho que criticar, que lo tiene, con declaraciones de ese tipo lo único que conseguimos es que se enfade la comunidad hebrea –los que son sensatos y los que no– y que, por ejemplo, la compañía aérea ELAL haya descartado operar una conexión directa entre Lavacolla y Tel Aviv. ¿En qué momento se le ocurre a un alcalde que solucionar un conflicto armado que sufre otro país es competencia suya? Y sobre todo, ¿por qué algunos asumen acríticamente los postulados de uno de los bandos? Son preguntas que solo podemos responder teniendo en cuenta que una parte de la izquierda española se apunta siempre, y sin pensárselo dos veces, a todo aquello que sea criticar, boicotear o cuestionar al Estado israelí. Es como una especie de mantra, igual que venerar al Che Guevara o echarle en cara Felipe González la entrada de España en la OTAN.

Son los mismos, además, que no dudan en justificar los tintes antidemocráticos de los regímenes de izquierdas, y se echan las manos a la cabeza con el bloqueo a Cuba.

Ojo, porque es injustificable lo que está ocurriendo con los nuevos asentamientos de colonos en territorio palestino, pero eso no quiere decir que tengamos derecho desde Galicia a erigirnos en jueces de una situación que tiene muchos matices, y que no se puede explicar en 140 caracteres.

Manda truco también que estos que están tan preocupados por la situación internacional sean los mismos a los que se les escapa la gestión pura y dura de su propia ciudad. Debe de ser verdad eso que dicen de que quien mucho abarca poco aprieta.

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