Juan Soto - El Garabato del Torreón
Galicia, algo más que ignorada
Era sabido desde que Iglesias aplicó el inapelable recurso estalinista a los disidentes en sus franquicias autonómicas
Cuelga en la red, a disposición de ociosos y masocas, el paquete de cien folios en los que la masa gris podemita expone su plan general de exterminio. Algunas propuestas, ya conocidas por reiteradas, merecen ser traducidas al lenguaje de la calle, para desproveerlas de la retórica que las enmascara: instauración de mecanismos de censura tanto sobre las actividades culturales como en los medios de comunicación, incluidos los privados; transformación de la enseñanza pública en instrumento de proselitismo y captación ideológica; depuración de funcionarios desafectos y abolición de la independencia del poder judicial mediante la prohibición de acceder a la judicatura a quienes no garanticen absoluta fidelidad a los principios del nuevo Movimiento; creación de unidades policiales homologables a la antigua Brigada de Investigación Social, de infausta memoria; aumento del gasto público, compensado a través de una brutal subida de impuestos, tanto directos como indirectos; incumplimiento de los compromisos con Europa, apoyo a los soberanismos catalán y vasco, etcétera, etcétera.
Como era sabido desde que Iglesias aplicó el inapelable recurso estalinista a los disidentes en sus franquicias autonómicas, Galicia no existe para Podemos. La media docena de diputados de En Marea se han limitado a jugar el papel de tontos útiles —asignado desde el mismo momento de la elaboración de las candidaturas— y, una vez gratificados con escaño y nómina, han pasado al lugar que les corresponde: el de simples lameculos. Ni una sola de sus propuestas se recoge en el documento podemita. Ni una. Se ve que Iglesias los tiene bien calados: comen y callan. Pero el ultraje no se le hace a esta tropa, tal vez incapaz de otra cosa que no sea lustrar los zapatos del jefe; la ofensa se infiere a Galicia, a quien los de Podemos rebajan a la mera condición de tierra conquistada o de coto de caza donde cobrar unas cuantas piezas y luego regresar a Madrid para exhibirlas como trofeo.