Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN

«A festa do roubo do busto»

A don Manuel le gustará saber que su pueblo dispone gracias a él de un nuevo atractivo turístico

Como toda persona decente, soy partidario de conservar, cuidar, divulgar, fortalecer y, en su caso, recuperar la tradiciones. Sin tradiciones, Galicia no sería más que aquello que decía Fole: «la suma de cuatro provincias»; es decir un padrón tributario despersonalizado, sociológicamente amorfo, culturalmente insípido, inespecífico y huérfano de referentes donde anclar su razón de ser. A Galicia le suprimes la Santa Compaña, la rapas das bestas, el Entroido de Verín, el minifundio, San Andrés de Teixido, As San Lucas de Mondoñedo, el infinito conjugado y los diminutivos en iño, y se queda en pelota picada.

Por eso, los gallegos debemos estar atentos a salvaguardar, desde ahora mismo, ciertas tradiciones que, aunque más recientes que las antedichas, ya forman parte de nuestro acervo identitario. Así, la negativa de dedicar el Día das Letras Galegas a Carballo Calero, el veto de la Real Academia a Pilar García Negro o a Rodríguez Baixeras (el de Alfredo Conde es cosa antigua y, por consiguiente, ya sólidamente arraigada), los descensos del Celta y el Deportivo o los follones parlamentarios de Beiras. Cuidemos estas cosas, mantengámoslas a salvo del moderno racionalismo y de deturpaciones antropológicas que nos son foráneas.

Pues bien, ese generoso caudal de tradiciones patrias se ha enriquecido con una práctica que empieza a cobrar carta consuetudinaria: el robo del busto de Fraga en la alameda vilalbesa. El rito se ha vuelto a cumplir hace unos pocos días, como corresponde a tantas costumbres como a lo largo del tiempo han ido trazando los perfiles sagrados de nuestra personalidad colectiva.

Al alcalde de Vilalba, don Agustín Baamonde, hombre de acreditada sensatez (y no escaso de sentido del humor) elevamos formalmente nuestro ruego: incluya en el calendario de las fiestas locales la del robo del busto. «A festa do roubo do busto», el último o el penúltimo sábado de noviembre, despidiendo los magostos y empezando a abrir la puerta a la gran feria del capón. A don Manuel, el vilalbés que más hizo por Vilalba, le gustará saber que su pueblo dispone (también gracias a él) de un nuevo atractivo turístico.

«A festa do roubo do busto»

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