Fase dos

Compras, colas y mascarillas

La moda infantil fue la reina en la reapertura de los centros comerciales, con algunas grandes marcas aún cerradas

Centro comercial en Narón EFE

P. Abet

Hace setenta días que los centros comerciales de toda España echaron el cierre. Una medida extrema, obligada por el estado de alarma, que dibujó un escenario irreal. Los pasillos de estas grandes superficies, a menudo atestados de gente, se vaciaron y se clausuraron con cintas . Solo se mantuvieron abiertas las superficies que tenían supermercados en su interior, aunque para llegar a ellos los clientes tuviesen que cruzar plantas a medio iluminar con persianas bajadas a uno y otro lado. La penumbra duró hasta ayer, donde la fase dos del plan de desescalada devolvió la vida a la treintena de centros comerciales que tiene Galicia.

En As Cancelas, el centro comercial por excelencia de la capital gallega, la mañana transcurrió entre geles hidroalcohólicos y colas. Ataviados con la preceptiva mascarilla, los clientes tuvieron que armarse de paciencia para cumplir con los requerimientos de la nueva normalidad. « Entre que desinfectan las cajas, que guardas las distancias de seguridad y que todo parece poco rodado, las esperas han sido enormes» reconoce una trabajadora a este diario. Lo más buscado, moda infantil para los que han pegado el estirón en pleno confinamiento, de ahí que muchos no entendiesen que cadenas de la talla de Primark o H&M no aprovechasen el cambio de fase para abrir de nuevo al público. Tampoco lo hicieron algunos locales de hostelería, donde la distancia de dos metros sigue marcando el paso entre los usuarios.

Con aforos limitados

El aforo es uno de los inconvenientes a los que algunos locales, sobre todo los de mayores dimensiones, se enfrentan. Calcular las entradas y las salidas se complica en los momentos de más afluencia, por lo que en algunos negocios echan mano de guardias de seguridad para controlar las entradas , y de los tickets de pago para contabilizar las salidas. «Es un trabajo añadido, porque en nuestro caso tenemos varias salidas y hay que estar muy atento» explican los empleados. En otros locales el cálculo se hace en base a las bolsas, «cuando no quedan, no se puede pasar». En Marineda City, con una reducción del aforo al 30 por ciento, la vida regresó con un sistema automatizado de visitantes a través de unos sensores que aportan datos en tiempo real. Un semáforo de colores —verde, naranja y rojo— ofrece información a quienes van llegando sobre el nivel de ocupación. «Ha habido mucho movimiento durante todo el día, pero sin llegar a aglomeraciones» explica la gerente del segundo centro comercial más grande de España, Ana López. « Todo ha sido muy escalonado y la gente se ha mostrado muy colaborativa» expone la encargada a propósito de la disposición de quienes aprovecharon las primeras horas de la nueva fase para llenar los armarios. «Sin duda, la estrella ha sido la ropa infantil», reitera.

Sobre la concienciación de los visitantes, la jornada transcurrió sin incidentes. Dos meses y medio de confinamiento y máximas medidas de higiene han dejado huella en unos usuarios ya acostumbrados a la mascarilla y al lavado de manos continuo, requisito indispensable a la hora de entrar en una tienda. Desinfección constante, sistemas de higienización, alfombras desinfectantes, nebulización o dispensadores de geles en cada esquina son algunas de las medidas a las que han recurridos las grandes superficies para garantizar al cliente un espacio seguro que hoy, ya sí, volverá a abrir al público.

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