José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO

Los falsos enemigos

Contra Feijóo, a Caballero le va de escándalo. Pero con Feijóo, a Vigo también

Abel Caballero vive en una campaña perpetua para las elecciones municipales. Ha concebido así su gestión. Para él no existen días ociosos, ni vacaciones, ni declaraciones públicas para lanzar vaguedades. Todo tiene un único objetivo: afianzarse en la alcaldía. La estrategia, que podrá ser más o menos opinable, le ha dado un éxito indiscutible. Como la fórmula funciona, va a seguir aplicándola con disciplina espartana. Ya conocemos el discurso: Vigo es la víctima de la conjura de administraciones superiores y políticos insensibles que atacan a la ciudad, dónde sólo su actuación frena esas ofensas a la primera urbe en población de Galicia. Cuando se producen acuerdos o acciones beneficiosas para Vigo, el alcalde saca pecho y se atribuye el mérito de haber doblegado a los enemigos de la ciudad.

Pero Caballero, que podrá ser muchas cosas pero no es un necio, sabe que eso no es cierto. Porque los principales logros de Vigo en la última década han venido de la mano de un gobierno gallego al que ha dibujado con cuernos, rabo y oliendo a azufre. Durante el bipartito, cuando dispuso de un presidente de la Xunta de su mismo color político, sólo consiguió un hospital con forma de maqueta y la promesa incumplida de trasladar la Consellería de Pesca no sabemos muy bien a qué calle de la ciudad. ¿No había nadie a quien doblegar en aquel «gobierno amigo» estéril para Vigo y los vigueses?

De la mano de Feijóo, Vigo va a alcanzar rango de capital de provincia a través de la próxima ley del área metropolitana, sus vecinos podrán beneficiarse del acuerdo colectivo de transporte, desde hace un año funciona con normalidad el mayor hospital público construido en España durante la crisis, Barreras tiene carga de trabajo, los juzgados van a crecer aprovechando el edificio del antiguo Xeral y Citroën tiene garantizado su futuro a medio plazo con proyectos ciertos. En todos estos hitos, la Xunta ha tenido o bien un papel protagonista o directamente un rol determinante para lograrlo. El alcalde lo sabe, y la mayoría de la ciudadanía viguesa, también.

El reproche último de Caballero a Feijóo es la pérdida de las cajas de ahorro. Sólo la desinformación y la mentira masiva han ocultado la verdad respecto a la situación de Caixanova. No fue la fusión con el norte sino la nefasta gestión de sus directivos la que abocó a la entidad a hipotecar su futuro y, a la larga, acabar convertida en la actual Abanca. Esto Caballero tampoco lo ignora.

Así las cosas, Feijóo no solo no es el enemigo a batir por Caballero, sino su mejor aliado político. Contra él engorda la saca de votos en las municipales. Sabe que no podrá sacudir así a un presidente socialista, y quizá por eso le importe poco quién vaya a ser el próximo inquilino de San Caetano. Contra Feijóo, a Caballero le va de escándalo. Pero con Feijóo, a Vigo también.

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