Vacuna AstraZeneca

Un experto gallego aboga por inocular la misma vacuna a quienes ya recibieron una dosis de AstraZeneca

El doctor Federico Martinón considera que es la opción más lógica y más sencilla de todas las alternativas

El doctor Federico Martinón, en una imagen de archivo MIGUEL MUÑIZ
Pablo Pazos

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En medio de la confusión generada por el nuevo vaivén en la administración de la vacuna de AstraZeneca contra el Covid, una voz autorizada, la del doctor Federico Martinón, desde el Hospital de Santiago, habla sin rodeos: « Personalmente, abogaría por poner una segunda dosis con la misma vacuna ». Considera que es lo «más lógico» y lo «más fácil». Y recuerda que si una persona no experimentó complicaciones tras recibir la primera dosis, la probabilidad de que los sufra tras la segunda resulta «todavía menor», algo «muy remoto». La opción «más sencilla» y la «mejor» para el paciente, ha insistido, es «completar» la pauta «con la misma vacuna». « Sería lo más razonable », ha remachado.

Y esto es aplicable a AstraZeneca, sin distinción de edad, porque así lo refrendan tanto la Agencia Europea del Medicamento como la OMS, defiende. De hecho, « la mayoría de los países siguen poniendo la segunda dosis » de AZ, recordó este viernes en declaraciones a los medios, que acudieron a recabar su opinión tras los casos de trombos para los que finalmente se ha hallado un vínculo con este antídoto, pero de forma muy poco habitual y bajo determinadas circunstancias previas del vacunado. De todas las vías que se abren (no administrar segunda dosis, utilizar otra vacuna, esperar un tiempo), elige sin duda el refuerzo con AZ.

¿Por qué, entonces, si la EMA y la OMS dicen una cosa, los Gobiernos hacen otra? ¿Por qué España decidió primero vacunar contra el Covid solo a personas entre 60 y 65 con AZ, y lo amplió después hasta los 69? Para Martinón, intervienen «muchos otros factores» y «no solo aspectos científicos o técnicos» . Aquí enumera desde la disponibilidad de otras vacunas a las coberturas que se hayan alcanzado en los grupos más vulnerables, pasando por la misma «presión social».

Martinón se muestra comprensivo con el seísmo ocasionado a nivel de «opinión pública». Asume que estos bandazos, estos «cambios continuos», generan «desconfianza» y que es algo que «confunde» a la población. « Entiendo que la gente esté preocupada . Están saliendo todos los días dando informaciones que se contradicen entre ellas», añade. Pero se esfuerza por «transmitir tranquilidad». Primero, porque asistimos a un ejercicio de transparencia y se demuestra que funcionan los sistemas de detección y vigilancia farmacéutica. Y segundo, porque se puede y debe poner lo ocurrido «en perspectiva».

Se sabe, ante todo, que la vacuna de AZ «funciona», porque así lo avala su administración a más de 200 millones de personas en todo el mundo. A partir de aquí, cifras. Un millón de vacunados previenen entre 600-700 muertes , 7.000-8.000 hospitalizaciones y unas 100.000 infecciones, aproximadamente. Y dentro de ese millón, tal vez puedan darse «uno dos casos raros de fenómenos de trombosis. Además, que sabemos reconocer y para el cual tenemos tratamiento», apostilla.

Pero la «verdadera» balanza es la del riesgo-beneficio. Y aquí el doctor Martinón no duda. Especialmente en personas mayores. Por encima de los 80 años, recuerda, 100 vacunados evitan una muerte; en residencias, bastan 25. Por eso, los números, defiende, «deben prevalecer», y rechaza «ensombrecer» una vacuna, la de AZ, que «funciona y funciona muy bien».

Ritmo de vacunación

Preguntado por el ritmo de vacunación, y en concreto en los más mayores, Martinón admite que « personalmente, todo ritmo me parece bajo ». «Lo que me gustaría es que todo el mundo estuviese vacunado». Se queda, de todas formas, con lo positivo, y es que la priorización por edades ya está dando «beneficios» y se percibe que la vacunas funcionan. El «verdadero problema es que llegan menos vacunas de las que nos gustaría», y «este tipo de alertas y pausas temporales lo que hacen es ralentizar todavía más el proceso».

El galeno no se atreve a pronosticar cuándo se conseguirá la deseada inmunidad generalizada. Sí se moja en lo siguiente: « Sería partidario de aplicar el 100 por 100» de vacunas «y no guardarme nada» . Pero matiza que es una «opinión personal», sin relación con su cargo y cometido. Su argumento se basa en la premisa de que «debemos vacunar al mayor número de gente en el menor tiempo posible», porque «incluso con una dosis, los beneficios de la vacunación son muy significativos». Y dad la «escasez» de dosis, él respaldaría «estrategias agresivas». Pero, al tiempo, concede que «es más fácil decirlo que hacerlo». Entiende, en este sentido, que cada comunidad y país adopte sus propias decisiones al respecto.

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