«Estoy atacada; me lo juego todo»
10.550 alumnos comenzaron una Selectividad con pequeños cambios y el deseo de entrar en la carrera escogida
Varios bolígrafos. Etiquetas identificativas para garantizar el anonimato. El DNI y nervios, en diferentes grados dependiendo del alumno. Es el arsenal para afrontar la Selectividad, en la que 10.550 alumnos gallegos se juegan hasta mañana el 40% de la nota para acceder a la universidad . El otro 60% se lo proporcionó la media de los dos cursos de bachillerato.
Este año fue el de los cambios, aunque menos de los que se podían esperar en un principio: el primero, en el nombre. La PAU (Prueba de Acceso a la Universidad) se convierte en EBAU (Evaluación de Bachillerato para Acceso a la Universidad). Aparte de eso, los profesores no notaron demasiada modificación, salvo la desaparición de Filosofía como obligatoria y algunos retoques en el contenido y puntuación de las preguntas.
La tensión y ansiedad en los jóvenes se iba controlando con el paso del día. Una cantidad bastante importante ya se mostraba más tranquila después de la primera prueba de la mañana, la de Lengua Castellana. En ella se tuvieron que enfrentar al Modernismo y un fragmento de Plenilunio o, si lo preferían, a Campos de Castilla y el teatro español anterior a la Guerra Civil. Pocos minutos después de responder a esta primera prueba, había que afrontar el examen de Historia. La tarde quedó reservada para el examen de Lengua Gallega y de la lengua extranjera, en su mayoría Inglés. En los pasillos de la Facultad de Derecho de Santiago acogió los últimos repasos, al tiempo que se celebraba o se lloraba la suerte en el primer examen, que por unanimidad se calificó como «fácil» . Los corrillos especulaban sobre qué caería en el de Historia: se pedían con insistencia a Franco o la II República. Al final, los primeros tuvieron suerte, en forma de la oposición al franquismo. En caso de no llevarla bien preparada, se podía comentar la crisis de la Restauración.
Aun así, los que se juegan el todo por el todo en estos tres días, al necesitar una nota alta para entrar en la carrera deseada, no conseguían la tranquilidad total. Es el caso de Alba, del instituto de Brión, que quiere hacer el doble grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la USC. Añade, además, que está inquieta por la «presión de mucha materia y porque es algo distinto» a los exámenes que hacen habitualmente en el instituto.
Problemas previos
Los alumnos también indicaron que hubo problemas para saber qué contenidos entraban. «Hubo cambios en qué temas había que estudiar, por ejemplo en Matemáticas. Además, nos tuvimos que matricular antes de que salieran las ponderaciones para las carreras , así que hay compañeros que se examinan de asignaturas que no les sirven», afirma Ana, del instituto Antón Fraguas de Santiago y que desea hacer Ingeniería Eléctrica.
Además del protagonismo evidente de los alumnos, hay otras personas necesarias para el funcionamiento de la cita. Entre ellos, los profesores, que hacen una tarea de coordinación y psicológica más que educativa en estos casos . Controlan que sus alumnos tengan las pegatinas preparadas, no lleguen tarde y resuelven los imprevistos de última hora, además de servir de contacto con la organización. Aunque algunos están curtidos en mil Selectividades, no faltó la incertidumbre en sus rostros, sobre todo al entregar los exámenes al alumnado.
También algunas madres se acercaron a dar apoyo a sus vástagos. Los veían bien, aunque «seguro que con una gran presión dentro» , decían Cristina y Begoña, madres de alumnos de los jesuitas de La Coruña. Terminados los exámenes, tocará esperar al viernes 16 para las notas, que aclararán el futuro de miles de estudiantes.
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