Exposición
Del Estatuto a la ‘Champions’: los 40 años de autogobierno que transformaron Galicia
Una muestra, en el Museo do Pobo Galego, repasa cómo ha cambiado la Comunidad desde que se alumbró el texto estatutario
Allí donde Gerardo Díaz Albor tomó posesión como primer presidente de la Xunta, ante el Panteón de Galegos Ilustres, flanqueado por los dos cuerpos del Museo do Pobo Galego, Alberto Núñez Feijóo reivindicó este miércoles el Estatuto de Autonomía como el «ariete» con el que se derriban los «muros» que siguen en pie; y el «camino» por el que todos los gallegos» pueden ir de la «mano» para seguir construyendo la «marca Galicia», sinónimo, proclamó, de «convivencia, progreso y libertad».
Viene de celebrar 40 abriles el texto estatutario, pero este miércoles se trataba, en concreto, de inaugurar una exposición, en el referido museo compostelano (hasta el 15 de julio), que, bajo el título «Unha Galicia mellor», puso en bandeja al presidente de la Xunta volver a poner en valor el refrendo legislativo del autogobierno gallego. Ese en el que caben «todos», incluso «los que no están de acuerdo» y «los que dudan» sobre la capacidad autonómica de autogobernarse. Tirón de orejas: «Es difícil entender a aquellos que en vez de sumarse (...) pretenden romper con todo y excluir». Mensaje velado al nacionalismo y sus fobias.
Elogió Feijóo en su discurso, que cerró el acto al aire libre, cómo queda «patente» en la muestra, comisariada por Rubén Ventureira, que la del Estatuto es «una historia de éxito», como «punto de encuentro» pero igualmente «motor de avance»; hasta el punto de que, de forma «elocuente», demuestra que Galicia experimentó en las últimas cuatro décadas un cambio radical en «todas» las «facetas» que se pueden concebir. «Transformación material sin precedentes», sí, pero también «anímica». De ser una de las tres regiones españolas más pobres, a poder «competir» y, «muchas veces», «ganar».
Cambio modélico
La exposición, que visitaron brevemente las autoridades, recoge el ‘antes y el después’ de la Comunidad, que ha crecido a todos los niveles, ya sea en indicadores económicos (PIB per cápita, exportaciones, sociedad mercantiles), sociales (esperanza de vida, estudiantes universitarios), infraestructuras (kilómetros de autopistas, pasajeros de los aeropuertos) o culturales (bienes Patrimonio de la Humanidad, peregrinos).
Feijóo enarboló la bandera de Galicia como «modelo» propio pero «también para otros pueblos que quieren recuperar su identidad sin conflictos, sin divisiones y sin rupturas». Esto, a pesar de que en ocasiones «se ve obligada a navegar en contextos inestables», porque «se cuestiona el modelo constitucional», o porque surge una pandemia como la actual. En cualquiera de estos escenarios, el autogobierno «fue útil» y «refuerza» aquella apuesta de hace 40 años. «El Estatuto le da más alas a nuestro pueblo» también ahora en que el Covid lo pone «a prueba», ensalzó. Una historia de éxito «sin soberbia, sin menosprecio», sin «rechazar nada para seguir conquistando todo»; en una «vigilia permanente» ante «asimetrías [autonómicas] basadas en privilegios» que aún perduran. Propugnando una «armonía» entre el ayer y el hoy, «respetando lo que se hizo antes», «modificando» las «equivocaciones» y «construyendo» las próximas cuatro décadas.
Del ‘antes’ pueden dar fe los seis representantes del Estatuto dos 16 presentes en el acto (Francisco Puy, Camilo Nogueira, Ramón Álvarez, José Vázquez Fouz, Luis Sobrado y Víctor Vázque Portomeñe), a quienes representó este último ante el atril, donde deseó que aquel «espíritu» de «concordia y convivencia» entre ellos «perviva y, «a ser posible, que perviva eternamente». El alcalde de Santiago, Xosé Sánchez Bugallo, plasmó otro deseo, el de que el Estatuto, «si puede ser ampliado y mejorado, tenga muchos años más y siga rindiendo tan buenos frutos». A pesar del «grave desconocimiento» de buena parte de los gallegos hacia su «historia más próxima», que no dejó de lamentar y llamó a subsanar Miguel Santalices, presidente del Parlamento.