José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO
Enseñanzas lucenses
Si el BNG rompe los bipartitos y se va, casi mejor dejarlo. El toro moribundo expira mejor sin compañía
El BNG ha planteado sus pactos de gobierno con el PSOE en las instituciones como relaciones excluyentes. Son como los niños que hacen pandilla y prohíben al gordito de la clase no ya entrar en la misma, sino siquiera que se le mire. Ocurre que este bullying político tiene como víctima no a un chavalito desvalido , sino al primer partido de Galicia y al que más concellos gobierna de la Comunidad después de que así lo decidieran sus vecinos.
De ahí la pataleta nacionalista cuando, con buen criterio, Darío Campos ha alcanzado un acuerdo con Elena Candia para abandonar bloqueos inservibles y aprobar el Presupuesto de la Diputación. Los dos grandes partidos de la provincia, que representan al 98% de los municipios , tienen el deber de entenderse para los grandes temas de Lugo. A buen seguro que el PSOE de Campos encontrará menos sectarismo —y ansia de moqueta— en el PP que en este BNG a la deriva, remando en la menguante chalupa hacia su desaparición.
La pueril pataleta del Bloque —que amenaza con romper los bipartitos de las diputaciones de La Coruña y Pontevedra— sólo revela su miedo a que el éxito de esta fórmula de entendimiento se extienda, y su función como muleta sea innecesaria . No hay partido más sobrerrepresentado en las diputaciones que el BNG: dice aborrecerlas, pero no pierde ocasión de meter el hocico y colocar a cuanto asesor puede. Le vale con tener un diputado. Lo rentabiliza como si fueran siete. Y bien caro que nos sale.
Por eso en La Coruña sería hasta recomendable que Valentín González Formoso, un político de un pragmatismo notable, tomase nota y desalojara a unos nacionalistas a los que no necesita , porque con ellos no suma una mayoría suficiente. Desde el día que tomó posesión tuvo la mano tendida del PP para fraguar un acuerdo amplio con el que atender a toda la provincia, el mismo de que disfrutó el PSOE estando en la oposición.
Si el BNG rompe los bipartitos y se va, casi mejor dejarlo. El toro moribundo expira mejor sin compañía.