Alberto Varela - Crónicas Atlánticas
Egos e Islas
Si Caballero quiere lo mejor para las Cíes, debería sumarse a la propuesta de la Xunta
Algo que debería unir a todas las administraciones —conseguir que las Illas Atlánticas sean Patrimonio de la Humanidad— nos ha dejado la última bronca política, con el alcalde de Vigo rasgándose las vestiduras y acusando a la Xunta de perpetrar una «villanía» contra la ciudad, como si del puente de Rande para abajo no fuese territorio autonómico.
Desde la administración local anunciaban un expediente similar referido a las Cíes, pero no llegaron a presentarlo, mientras que desde la autonómica preparaban la documentación en silencio y cuando la tuvieron lista lo anunciaron. Son dos modelos legítimos de actuar, pero si nos atenemos a los efectos prácticos, la Xunta le ha metido un gol a Caballero por la escuadra. A la Unesco los anuncios no le sirven, quieren papeles.
Se puede entender que el regidor se queje por no haber sido invitado, pero no que plantee como un ataque a la ciudad una iniciativa que de salir adelante va a suponer una proyección internacional para el Parque como no ha tenido hasta ahora. Si quiere realmente lo mejor para las Islas Cíes, debería sumarse a la campaña de la Xunta. Un «me parece mal que se haya hecho así, pero aquí estoy para conseguir la declaración» sería lo razonable. Darle la espalda y cargar la escopeta preparando la guerra no lo es, pero cada uno tiene sus circunstancias y es inútil luchar contra la propia naturaleza.
Da la impresión de que el regidor olívico se guía más por su ego que por su corazón. Él no busca el Patrimonio de la Unesco, quiere los aplausos por haberlo conseguido. Si la Xunta lo hubiese llamado para preparar la candidatura, seguramente estarían parados entre reproches y luchas, porque dos no pelean si uno no quiere, pero algunos están en todas las reyertas y por algo será. Es cierto que la política tiene que tener un poco de salsa para ser más atractiva, pero todo tiene un justo equilibrio, y en el caso de Vigo el espectáculo se ha convertido ya en absurdo hace tiempo. Sobran polémicas y cantonalismo, faltan resultados.
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