Luis Ojea - CUADERNO DE VIAJE

Un divorcio inevitable

Solo el pavor de Podemos a quedar como una fuerza residual en tablero político autonómico evitó la ruptura definitiva

El matrimonio de conveniencia de Podemos, Anova, Izquierda Unida y demás mareantes sin carné previo lleva demasiado tiempo abocado al fracaso. Este tipo de relaciones tormentosas acaban siempre en divorcio. Aunque Pablo Iglesias se haya bajado los pantalones in extremis pasándose por el arco del triunfo la opinión de sus militantes, ellos mismos son conscientes de que tarde o temprano el invento va a acabar saltando por los aires. Lo sorprendente es el instinto suicida que han demostrado al evidenciar en público la fractura de la coalición a mes y medio de las elecciones. El numerito que han montado aniquila cualquier posibilidad de que el rupturismo se convierta en la segunda fuerza política el 25 de septiembre y de paso debilita las opciones del conjunto de la izquierda de hacerse con el poder.

Cada clan lleva tiempo jugando a cosas muy distintas porque sus planteamientos de base han sido siempre muy diferentes. Unos están tratando de articular una nueva plataforma pseudonacionalista que ocupe el espacio que el Bloque abandonó en su proceso de radicalización, el viejo sueño de Beiras y todos los purgados por la UPG. Y otros solo querían montar una marca blanca para el populismo diseñado en la Complutense, con una cara autóctona como Colau en Cataluña, pero con la sala de mandos en Madrid. Hace meses que todos sabían que el matrimonio no iba a durar mucho más, pero el plan inicial era repartirse el botín después de las elecciones autonómicas. Sin embargo, el fracaso del 26J acabó actuando como catalizador de la implosión. Ante el temor a un nuevo descalabro y en previsión de la disolución de la marca, cada clan buscó en estas grotescas negociaciones asegurarse poder tener el control en el proceso de separación. Solo el pavor de Podemos a quedar como una fuerza residual en tablero político autonómico evitó la ruptura definitiva.

Estos profetas del caos llevan tanto alejados de la realidad que ni siquiera son capaces de entender lo suicida que es para ellos este amago de ruptura. El frustrado divorcio público del rupturismo les resta, en todo caso, potencia electoral. Y el espectáculo no ha hecho más que comenzar. La función será magnífica en las próximas semanas. Los gurús de Podemos, Anova e Izquierda Unida seguirán a cuchillada limpia para montar las candidaturas mientras el edificio del rupturismo se desmorona. Este incendio ya no es controlable.

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