Desmemoria

Debe ser que su prensa de cabecera ha marcado como Año Cero la noche de su victoria electoral —el tan repetido y manoseado por él mismo 17-7-3 que obtuvo en las municipales— y han borrado de la memoria colectiva de la ciudad todo lo anterior, como si fuera un pasado negro que es mejor desterrar. Porque de otra manera no se entiende que Abel Caballero ponga de ejemplo los gobiernos que aprueban sus presupuestos en tiempo y forma como garantía de estabilidad para una ciudad y se olvide que Vigo durante la pasada legislatura los aprobó a trompicones. En 2012 los aprobó en marzo de ese mismo año; en 2013, en febrero; en 2014 se fue a mayo; ¡y el año pasado los postergó a después de las municipales! Si él mismo se aplica su cuento, su gobierno municipal era el vivo retrato de la inestabilidad. Bien que él decía lo contrario.

Otra cuestión distinta es que el mensaje lanzado no fuera sino una patada en la espinilla a su partido, porque los destinatarios eran las Mareas. Resulta paradójico que Caballero, el único referente solvente del PSdeG a nivel municipal en el ámbito urbano, cuestione la incapacidad de gobernar de la izquierda pintoresca cuando los citados alcaldes de Santiago, La Coruña y Ferrol están ahí gracias a su partido. Está por llegar el día en que en el seno del socialismo gallego alguien levante la voz para reconocer que otorgaron el bastón de mando a partidos incapaces, que han sumido en la parálisis a las tres ciudades coruñesas. El postureo rupturista va a pasar factura al PSdeG, es cuestión de tiempo.

Y el último mensaje de Caballero no era para Feijóo, aunque él lo titulara así. Pedirle fecha al presidente de la Xunta para las próximas elecciones es meterle prisa a su propio partido para que, de una vez, resuelva el embrollo de Besteiro y su imputación, que va camino de costarle una oportunidad única para aspirar a la gloria. El alcalde de Vigo, viejo zorro, prefiere que parezca que la estaca es para el PP, cuando en realidad está pidiendo movimientos internos en su partido.