José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO

Cumplir la palabra

Pues eso, que Feijóo se queda. Y la caldera madrileña está indignada porque había pronosticado sin lugar a dudas que tenía que abandonar las provincias y jugar en la Corte y Villa con las reglas que allí se marcan

Alberto Núñez Feijóo, el pasado lunes, tras anunciar su renuncia a suceder a Rajoy MIGUEL MUÑIZ

Sería un vanidoso ejercicio de oportunismo entonar aquello del «yo ya lo dije», porque además sería incierto. Por mucho que se intuyera que había posibilidades de que Feijóo anunciara su continuidad en Galicia, no hubo nunca una certeza absoluta de que esto podía pasar. Tan solo trazas de que, si pasaba, no era por casualidad, sino que había un trasfondo, algo que muchos no quisieron ver, cegados por su audacia y por anteponer la ambición a la reflexión.

Pues eso, que Feijóo se queda. Y la caldera madrileña está indignada porque había pronosticado sin lugar a dudas que tenía que abandonar las provincias y jugar en la Corte y Villa con las reglas que allí se marcan. La máquina de picar carne se queda sin materia prima para sus afiladas cuchillas, y permanece atónita porque lo que para Feijóo es «cumplir la palabra dada» a los ciudadanos que lo votaron, para Madrid es un acto de «cobardía política», incluso de «traición» a un PP que lo necesitaba a gritos. Como si hubiera personas imprescindibles en los partidos.

El PP no quería un líder sino un mesías que lo condujera a paso ligero por este desierto sobrevenido del Gobierno de Pedro Sánchez y lo devolviera a la tierra prometida de La Moncloa. Buscaba una solución fácil que evitara abordar problemas de fondo, como la vacuidad discursiva, la perpetuación de determinadas castas, los conflictos internos en varios territorios, etc. El auténtico vértigo lo tiene ahora un partido que debe someterse a lo desconocido: el debate de ideas.

Volvamos a Galicia, donde el PP autonómico resopló ayer con indisimulada satisfacción. Saben que su principal activo político estará en el territorio para dar la pelea por las municipales. Ya ni siquiera se descarta que en 2020 pueda pasar cualquier cosa, desde que Feijóo busque un cuarto mandato hasta que se acometa una sucesión ordenada y sensata. Pero al menos no se hará de manera improvisada ni atribulada.

Al final, todo era más sencillo de lo que parecía, aunque el mantra de la ambición lo eclipsaba todo. Feijóo insistió varias veces en lo importante de Galicia, de su compromiso y de su palabra. Pero decidimos no creerle, desconfiar de un político, una moda recurrente en estos tiempos de política líquida a golpe de tertulia televisiva. Nosotros sabíamos más que él y le trazamos su hoja de ruta, lo que iba a hacer, cuándo y cómo, porque eramos más listos y perspicaces que el propio Feijóo. Él se ha limitado a cumplir su palabra. Y lo peor es que ni siquiera eso vamos a creerle. No aprendemos.

Cumplir la palabra

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