Juan Soto - El Garabato del Torreón

Cuando mayo florezca

En las citas electorales lo que se dirime no es la ideología proclamada, sino la confianza de los individuos

Está fijada la cita para mayo. Pero ya ahora, cuando todavía faltan cinco meses para que los trigos encañen y estén los campos en flor, el fuego graneado de la campaña ha empezado a cobrarse víctimas. Se desatan las impaciencias y las incertidumbres de los aspirantes, ya sean de continuidad o de relevo, y hasta el momento de pasar la prueba de las urnas no se aguardan treguas sino más bien acrecencia de víctimas.

Mientras se descubren todas las cartas sobre el tapete, será interesante ir conociendo, además de los nombres de los candidatos situados en ordinales elegibles, las filiaciones y capacidades de los asesores aúlicos y jefes de campaña. Porque aquí radica el quid de la cuestión: no es suficiente con la confección de un programa, sino que, además, hay que hacerlo creíble, hay que saber explicarlo y hay que avalarlo con algo más que buenos propósitos. Para todo ello no son suficientes los espejismos demoscópicos sobre intención de voto en las encuestas, ni bastan razonamientos de convicción, si no van acompañados de argumentos de persuasión. Sobre el particular, conviene no perder de vista el principio, tantas veces acreditado empíricamente, de que en las citas electorales lo que se dirime no es la ideología proclamada sino la confianza de los individuos, y de ahí que al final gane la partida quien logra mayor credibilidad.

Es de sobra sabido que, en virtud de compromisos inconfesables o por compensación de débitos, no es infrecuente que la confección de listas, desde la cabeza de cartel al cierre del pelotón, se haga en beneficio de los más taimados y en detrimento de los más valiosos. Ojo con la incrustación de vagos y maleantes, porque a estas alturas del estado de la cuestión es muy difícil hacer comulgar a la feligresía con ruedas de molino.

Así las cosas, ahora que las vísperas electorales empiezan a apretar, se recomienda a las distintas formaciones que aspiran a gobernar los municipios gallegos de mayor entidad que revisen a conciencia nombres y méritos de los postulantes. No vaya a ser que aquellos de quienes se espera que aporten votos, los aporten, sí, pero en beneficio del adversario. No sería la primera vez que las elecciones no las ganan los otros sino que las pierden los nuestros.

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