CONSTRUCCIÓN NAVAL

El crucero de lujo que hizo encallar al astillero Hijos de J. Barreras

Las negociaciones para que el fondo Oaktree, presente en el capital de Ritz Carlton, lo compre se han enquistado

El minicrucero de lujo para Ritz Carlton en los muelles de Barreras MIGUEL MUÑIZ

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En las gradas de Hijos de J. Barreras , el mayor astillero privado de España, la actividad se ha parado. En sus muelles está atracado el inacabado «Azora», el primer minicrucero de lujo encargado por la cadena estadounidense de hoteles Ritz Carlton . Las dificultades que ha supuesto su construcción han arrastrado hacia el abismo a la factoría viguesa. Su cúpula directiva ha sido cesada, la empresa ha tenido que solicitar el preconcurso de acreedores asfixiada por las deudas y todo pese a contar con una cartera de pedidos de cinco barcos por valor de unos 950 millones de euros, la mayor de los últimos años. Por el momento nadie sabe si lograrán finalizarse o supondrán el fin de un astillero que cuenta con 127 años a sus espaldas.

El 15 de enero del año pasado, Barreras ponía la quilla de «Azora». El barco era la primera incursión de la cadena hotelera estadounidense en el segmento de los minicruceros de lujo, un sector en auge destinado a las clases pudientes con billetes que pueden rondar los 15.000 euros . Pero ni el armador, ni el astillero tenían experiencia. «Barreras era la primera vez que construía un barco de este estilo, y el armador no es en realidad un armador, también era la primera vez que encargaba un barco», explica Sergio Gálvez, presidente del comité de empresa de la factoría viguesa.

El proyecto se presupuestó en unos 250 millones de euros y tenía que estar listo el próximo mes de noviembre. Pero con el minicrucero sin acabar, Barreras acumula ya un sobrecoste que podría rondar los 50-60 millones de euros. Cambios en el diseño original por parte de Ritz Carlton y problemas de gestión del propio astillero explican, según los trabajadores, el desajuste en el precio. Cesar Rodríguez, responsable de Naval del sindicato CIG en Vigo apunta a otra causa. «Barreras logró hacerse con el encargo del minicrucero tirando el precio. En otros astilleros los presupuestos eran 100 millones de euros más altos», indica. De hecho, y pese a que el primer minicrucero no avanzaba, la cadena hotelera encargó a finales de abril una segunda nave a la factoría viguesa.

Los problemas con el «Azora» no han sido los únicos que han llevado a la empresa al preconcurso. Otros dos ferris encargados por la noruega Havila también se le atragantaron. Los barcos empezaron a construirse, pese a que la armadora no tenía cerrada la financiación para pagarlos y durante algún tiempo en el astillero vigués no entraba dinero en caja. También surgieron fallos de diseño y hubo que alargar los ferris para que no tuviesen problemas de calado. Aunque parece que Havila ha logrado arreglar finalmente sus cuentas con los bancos, en estos momentos es Barreras la que no puede proseguir los trabajos. En el aire está también la construcción de otro ferri para la naviera española Armas.

Hasta que las tensiones de tesorería hicieron saltar todo por los aires, el naval vigués funcionaba tras años de parálisis a pleno rendimiento. Barreras cuenta con una plantilla directa de 200 trabajadores a los que en momentos de gran actividad se suman otras mil personas en subcontratas. La industria auxiliar viguesa ha sido otra vez la primera en notar los efectos de la nueva crisis del astillero. En 2011, Barreras logró superó un concurso de acreedores gracias, en parte, a que estas empresas le perdonaron el 80% de los 80 millones que le adeudaban. Ahora las cuentas de hasta 32 compañías auxiliares reflejan un déficit conjunto de unos 20 millones de euros, según los cálculos de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Galicia (Asime). Su presidente, Enrique Mallón, explica que de momento nadie les ha pedido que vuelvan a perdonar deuda. Pero advierte que no aceptarán una nueva quita «bajo ningún concepto».

Las posibles soluciones

Tanto los trabajadores como las empresas auxiliares esperan que, pese a lo complicado de la situación, los encargos pendientes puedan acabarse en Vigo. La solución pasaría por un cambio en el accionariado . En los últimos días se han intensificado los contactos para cerrar una operación que casi todas las partes daban por hecha, pero se ha estancado. El fondo de inversión estadounidense Oaktree –presente en el capital de Ritz Carlton– se quedaría con el astillero por un precio simbólico –se habla de un euro– y la cadena hotelera tomaría el control para poder acabar su flota de minicruceros de lujo.

Sería el segundo cambio importante en el accionariado de Barreras, que en 2013 pasó a manos de Pemex. La petrolera estatal mexicana adquirió entonces el 51% de la empresa por unos cinco millones de euros. Llegó a Galicia de la mano del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que un año antes había firmado un contrato marco en el que además de varios floteles, se encargarían siete remolcadores para el naval gallego y otras inversiones. De todas aquellas promesas conjuntas, tan sólo se materializó la construcción de dos floteles –barcos que acogen a los trabajadores de las plataformas petrolíferas–, uno en Barreras y otro en los astilleros públicos de Navantia en Ferrol. El 49% del capital restante sigue en manos de la naviera Albacora ( 24,5 %) y las empresas Electromecánica Naval e Industrial (12,3 %) y Valiño (10 %), ambas propiedad del que fue presidente del astillero hasta hace menos de un mes, José García Costas .

El 26 de septiembre pasado, García Costas era cesado del cargo junto a otros dos directivos por sus responsabilidades en la debacle del astillero. Desde Asime, Enrique Mallón reclama a las partes que «no se enroquen en sus posturas» y faciliten un acuerdo «para que el valor de las acciones y las garantías no sean un obstáculo para que el astillero cambie de manos y pueda ser viable». Aunque que todas las partes aceptan la venta por un precio simbólico, el desacuerdo se produce porque Albacora y García Costas piden a Oaktree que les devuelva su parte en los 16 millones de euros que puso Barreras como garantía para la construcción del minicrucero de lujo. «Parece ser, esto son suposiciones, que Ritz Carlton lo que pide es que esas garantías se mantengan hasta la entrega del barco», indica Mallón.

El pasado miércoles la Consellería de Economía e Industria acudía una cita en Madrid con responsables de Ritz Carlton y Pymar –la agrupación de pequeños y medianos astilleros– para abordar la venta del accionariado. Fuentes del departamento que dirige Francisco Conde aseguran que la postura de la Xunta es que se ofrezca «una solución integral» a los problemas del astillero que permita terminar la cartera total de pedidos –no sólo el barco de Ritz Carlton– y no aboque a la quiebra a decenas de empresas auxiliares.

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