José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO
Críticas incendiarias
Porque lo que se le reprocha a Ojea no es que exprese lo que piensa, sino que no sintonice con la ideología y postulados de sus críticos. Solo es censurable si el estoque señala a babor, porque a estribor, cualquier cañonazo es merecido, ¿verdad?
En cualquier sociedad moderna, todos estamos expuestos a la crítica. Desde luego los políticos, por ser representantes públicos. Pero en la siguiente parada del autobús del reproche estamos los periodistas, metidos en un pimpampum no siempre acertado. No hay mayor descuartizador de plumillas que otro compañero de profesión. Ejercemos un supremacismo malsano, repartiendo carnés de buenos y malos, con listas negras, llenas de desprecios y odios. Como si por indignarse más alto se fuera más independiente. Todo son sospechas y desconfianzas, cuchillos que vuelan, bah, no sé ni para qué les aburro con estas cosas.
Todo esto viene a colación por un artículo publicado el pasado domingo 22 aquí, en ABC, por Luis Ojea, compañero con veinte años de información política a sus espaldas, siempre vehemente en fondo y forma. Ojea es, a su vez, trabajador de la Radio Galega desde mucho antes de empezar a dejar su firma en esta centenaria casa. En su última tribuna, exponía su parecer acerca de quienes organizaron manifestaciones la noche del lunes 16 de octubre aparentemente contra los incendios pero, en realidad, apuntando a la Xunta.
Desde el pasado lunes 23, la oposición la ha emprendido salvajemente contra Luis Ojea, que desempeña en la radio pública las tareas de jefe de redacción desde hace unos meses. Afirman que sus palabras reproducen «el argumentario del PP» y que es «intolerable» que permanezca como cargo con responsabilidades en la radio pública autonómica. Adviértase que no se le censura su desempeño en su medio, sino sus opiniones fuera del mismo, en pleno ejercicio de su derecho a la libertad de expresión, el mismo que tienen otros compañeros suyos de la compañía en las redes sociales —por ejemplo— sin que nadie les cuestione (¡solo faltaría!).
Porque lo que se le reprocha a Ojea no es que exprese lo que piensa, sino que no sintonice con la ideología y postulados de sus críticos. ¿El bueno de Antón Sánchez haría algún alegato si el periodista hubiese realizado un panegírico favorable a En Marea y contrario a las políticas forestales de la Xunta? ¿No sería igual de intolerable que un responsable de la radio pública abandonara su exigida neutralidad para tomar partido escorando a la izquierda? No, claro que no. Solo es censurable si el estoque señala a babor, porque a estribor, cualquier cañonazo es merecido, ¿verdad?
He ahí el flanco débil de la oposición en este nuevo safari por los medios públicos. No persigue la falta de objetividad, sino ideologías determinadas.