TRIBUNALES
Crimen de Guillán: se repite el juicio por la pelea entre hermanos que acabó en homicidio
La Fiscalía pide diez años de prisión para el acusado, que disparó a su hermano con una escopeta
El «crimen de Guillán», de nuevo a juicio. La Audiencia Provincial de Pontevedra celebrará a partir del próximo lunes una nueva vista por el homicidio de un hombre que murió, previo tiro de escopeta, a manos de su hermano. La Fiscalía reclamará para el acusado, en prisión provisional, diez años de cárcel por apretar el gatillo. «Fue por instinto» , se excusó en el primer juicio, en 2014.
La casualidad, siempre caprichosa, ha querido que la sesión cuadre en el calendario con el sexto aniversario del crimen. En aquel 19 de septiembre de 2012 los hermanos se enredaron en una discusión. Una más, si se tiene en cuenta, como relata el Ministerio Público, que desde «hace tiempo mantenían malas relaciones» . Una distancia de no más de treinta metros separaba a sus respectivos domicilios.
Eran las 21.20 horas en una finca de Vilagaría de Arousa (Pontevedra), cuando la riña se enquistó: en un primer ataque, A. G. L., el acusado, utilizó un spray de defensa personal contra la cara de S. G. L, que acudió rápidamente a su domicilio a lavarse la cara. En ese espacio de tiempo, A. accedió a su casa, tomó su escopeta Félix Sarasketa, se guardó unos cartuchos en el bolsillo y esperó en el solar a que su hermano saliera de casa. Así fue. Volvieron a encararse. El acusado cargó el arma «y sabiendo que había una alta probabilidad de que pudiera producir la muerte de su hermano», disparó . La bala le atravesó la arteria femoral y se murió desangrado pocos minutos después, en manos de su viuda. Los torniquetes aplicados por agentes de la Policía fueron en balde. La madre de ambos vivía con la víctima.
En el juicio celebrado hace cuatro años en la Audiencia Provincial, y que ahora se repite por orden del Supremo, el acusado aseguró que el disparo se produjo «en el último momento» , por miedo a que su hermano le atacara con una navaja. En una posterior inspección del lugar se encontró una, aunque en un muro lejano al punto exacto de la muerte. A. dijo que podría haberla escondido allí su cuñada mientras acudía a buscar un vaso de agua para su marido.
En aquella sesión A. fue condenado a 11 meses y quince días de prisión, y le fueron aplicadas las atenuantes de legítima defensa , miedo insuperable, estado de necesidad, estado pasional, confesión y reparación. El Supremo, sin embargo, estimó en noviembre de 2016 el recurso de la acusación. Según la sala segunda de lo Penal, existió una «contradicción insalvable» entre el hecho de que el jurado valorara que no hubo premeditación, y que sí considerara probado que el acusado cargó su arma «y reflexionara» sobre las consecuencias del disparo.
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