Concilio caballerista en María Pita
Barones e históricos del socialismo gallego se juntan en el palacio municipal como retrato de uno de los dos bandos que ahora se enfrentan en el partido
Procuró no moverse ninguno, porque allí estaba Alfonso Guerra y ya se sabe qué les pasa en política a los que osan huir: que no salen en la foto. Estaban tan juntos Abel Caballero, Carmela Silva, López Orozco, Mar Barcón, Méndez Romeu, González Laxe y el mismo Guerra que si se pasaran un pañuelo entre las manos quedaría hecho un sudario bordado con la inscripción del puño y la rosa. Allí, al terminar el acto de descubrimiento del retrato de Francisco Vázquez, se pasaban la mano el hombro y se intercambiaban preguntas apelando a su sentido vitalicio: «Oye, Alfonso, te veo muy bien», le dijo el alcalde de Vigo al vicepresidente de Felipe González.
Todos se reconocieron en el salón de plenos de María Pita en dos vertientes. La primera por convicción, la segunda por desazón. El alcalde homenajeado valoró los «principios y valores de la socialdemocracia» que, dentro del PSOE, siempre le han hecho «sentir orgulloso». Entonces todos asintieron, temerosos de que esta última frase la conjugara en pretérito imperfecto. La acción está inacabada.
El reconocimiento indirecto vino por aquella escena, la de los barones y alcaldes, de nuevo juntos, por lo que en la calle de O Pino pueda pasar. La de ayer fue una declaración escénica: hoy estaremos aquí, mañana donde nosotros queramos.
El expresidente Zapatero anunció el otro día su pronunciado sentido del «optimismo» ante todo lo que le estaba ocurriendo al partido. La frase, casi de Gramsci —«frente al optimismo de la voluntad, el pesimismo de la inteligencia»— le ubicaba directamente en una posición realmente cómoda, al dar a entender que el éxito es una cuestión de ganas de tenerlo, en vez de una buena estrategia para alcanzarlo con sentido. El PSdeG ahora gobierna en tres de las cuatro diputaciones gallegas y en dos grandes capitales, Vigo y Lugo, lo cual no significa que el partido esté en su mejor posición. El guerrismo tenía una segunda parte que nadie contó, la que dice que los que se mueven de la foto efectivamente no salen, pero porque están creando una nueva. Una en la que Abel Caballero elige el fondo, el plano y la composición.
La otra, en la que está Cancela, aguanta porque en una de las esquinas se ve un calendario. En él, la fecha del Congreso Federal del PSOE está sin marcar pero todos lo tienen ahí , porque habrá que señalarla enseguida y tirar una nueva foto.