Alberto Varela - Crónicas Atlántica

Comida de ricos

Oyendo a las Mareas uno lamenta no ser tan rico como para poder ser de izquierdas

Esta semana hemos descubierto por qué los gobiernos de las Mareas quieren subir impuestos: resulta que era para pagar el comedor escolar a los hijos de las familias acaudaladas. La co-portavoz de AGE se ha erigido en portavoz de los más pudientes y reclamó en el Parlamento que la comida en los colegios sea gratis para todos, incluso para los hijos de Pablo Isla. Como Robin Hood pero al revés, quitarle al que menos tiene para darle al que no le hace falta.

Una hipotética presidenta Yolanda Díaz —Dios no lo quiera— dedicaría los tributos del parado o del jubilado con pensión no contributiva a que los ricos se ahorrasen en comedores unos eurillos que les sobran. Le pagaríamos el caldo y la merluza a la gallega al niño que llega al cole en un Lamborghini. Manda carallo na Habana.

Afortunadamente la Xunta les ha dicho que ni hablar del peluquín y la ultraizquierda se pregunta ahora qué será de los rentistas, de los directivos de multinacional y de los controladores aéreos... ¿por qué tienen que pagar por la comida de sus hijos? ¿por ser millonarios?

Puestos a beneficiar al adinerado podríamos sufragarles también con impuestos los bolsos de Louis Vuitton, la limpieza de los yates o las facturas de la peluquería canina. De todos modos, si lo analizamos bien, esa postura no debe extrañar si tenemos en cuenta que siempre se han obsesionado con el lujo en cuanto han tocado poder. Basta ver la afición de los altos funcionarios chinos por el golf o el nivel de vida de los políticos bien situados en el chavismo venezolano.

Señora Díaz, yo no quiero que con mis impuestos se abone la comida a los hijos de los diputados como usted, que aunque no sean millonarios tienen sueldo de sobra para hacerse cargo de las facturas.

El sistema de comedores de la Xunta es el que tiene que ser: ocho de cada diez padres no paga nada, sí lo hacen el 20% restante, los de rentas más altas. Oyendo las propuestas de las Mareas uno lamenta no ser tan rico como para poder permitirse ser de izquierdas.

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