PREMIO
César Portela: «Hay obras en Galicia que me alegran los viajes por su gran calidad»
El arquitecto recibirá la próxima semana el premio del COAG por toda su trayectoria
Para el arquitecto César Portela (Pontevedra, 1937) hay dos tipos de reconocimientos. El más inmediato, el de los usuarios de sus obras cuando acceden a ellas y «muestran su satisfacción por habitar espacios proyectados y construidos con el fin de que se sientan a gusto» . El segundo reconocimiento que valora es el de sus compañeros, el de la profesión. La misma que el próximo 25 de septiembre le entregará a Portela el Premio del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG) a toda una carrera dedicada a su pasión. Con obras repartidas por medio mundo -desde España a Japón, pasando por Venezuela, Cuba o Egipto- la tierra que vio nacer a Portela es sede de muchas de sus creaciones, algunas tan representativas como el Museo Domus de La Coruña (1995), el Museo do Mar de Vigo (1993-2003), el Faro de Punta Nariga de Malpica de Bergantiños (1994) o el propio Palexco herculino (2005).
Sobre el perfil arquitectónico de la Galicia actual, Portela es sincero al reconocer que en ocasiones, cuando recorre el territorio, se encuentra con nuevas actuaciones urbanísticas y arquitectónicas diseñadas por compañeros «que me alegran el viaje por su gran calidad» . Pero el experto no tiene problemas a la hora de reconocer que, de igual modo, le espantan edificios y urbanizaciones levantadas en las últimas décadas «que parecen proyectadas por el diablo para dañar y deshacer el paisaje en el que se asientan» apuntan desde el COAG. Sincero y comprometido con la excelencia de su profesión, si algo echa de menos este pontevedrés es la cercanía con la que se trabajaba décadas atrás.
Desde su estudio de la ciudad del Lérez, Portela asume que cuando empezó a ejercer la profesión la arquitectura era más personalizada y había más relación con los maestros de obra, con los carpinteros y los canteros... «En cada época la arquitectura camina en sintonía con la sociedad, es un reflejo de cómo somos. Y hoy va de la mano del nivel tecnológico alcanzado, y también está muy condicionada por la burocracia imperante. Lo bueno sería aprovechar lo mejor de ayer y lo mejor de hoy por el bien de la arquitectura , del país y de nosotros mismos» indica tras conocer el fallo de sus colegas de profesión.Sobre lo que viene, Portela asegura que el camino está en «seguir luchando por mejorar la calidad de nuestro trabajo». Para él, señal de «autoestima y obligación, porque vivimos en un país que tiene un territorio y un paisaje natural muy variado, rico y maravilloso, y tenemos que luchar por sublimarlo con los artificios que hacemos y no dañarlo ni destruirlo» receta desde la autoridad que le da el casi medio siglo que lleva dedicado al gremio.
De su buen hacer hablan los votos de sus compañeros, que destacan lo meritorio que es que desde un estudio de una pequeña ciudad como Pontevedra Portela haya podido convertirse en un «referente de la arquitectura internacional». Su obra, indican desde el COAG, abarca todas las escalas. « Desde las pequeñas intervenciones realizadas con gran cuidado y respeto al patrimonio construido y al contexto natural en el que se enclava, hasta grandes edificios en los que se combina arquitectura, construcción y empleo de las nuevas tecnologías». A la hora de reconocer su trayectoria, el Colegio de Arquitectos gallegos remarca, del mismo modo, su labor docente e investigadora, con un apunte especial a la reinterpretación que Portela hizo de la vivienda tradicional gallega, donde fue capaz de alcanzar un modelo con características propias e identificables. El aplauso por una trayectoria llamada a perdurar en el tiempo lo recibirá en el pazo Baión, donde sumará un premio más a un haber que incluye el Premio Nacional de Arquitectura Española en el año 2000 por la Estación de autobuses de Córdoba del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE); Premio Nacional de Arquitectura en el mismo año del Ministerio de Fomento; y los Premios Europeos Philippe Rotthier por el Cementerio de Fisterra y por el Museo do Mar en Vigo.