Caso Sonia Iglesias: «El culpable de la desaparición sabe que lo observan de cerca»

Como cada año desde que Sonia Iglesias se esfumó de camino a su trabajo en una céntrica tienda de Pontevedra, su familia se echó ayer a la calle para reclamar respuestas. «¿Quién, por qué y cómo son preguntas que siguen en el aire, pero cada vez se estrecha más el cerco y esperamos un día poder compartir con vosotros las respuestas» manifestó ayer la hermana de la desaparecida ante las miles de personas que recordaron a Sonia en su ciudad natal . «Mi hermana era una joven llena de vida y de alegría a la que alguien sin corazón le arrebató su futuro negándole el derecho a disfrutar de su vida, de su hijo y de su familia», prosiguió Maricarmen Iglesias para pedir justicia ocho años después de la extraña desaparición .

En la concentración que ayer encabezó de nuevo la imagen de la pontevedresa no se pasó por alto el giro policial que el pasado febrero dirigió a los investigadores a la casa de San Mauro que Sonia y su expareja, Julio Araújo, compartieron durante algún tiempo. Sobre este avance en las pesquisas, que se vio frenado de nuevo por la falta de pruebas y el archivo provisional del caso, la hermana de Sonia indicó que «ahora tenemos la certeza de que la justicia y las fuerzas de seguridad tampoco se han dado por vencidas y que, más tarde o más temprano, llamaremos por su nombre y apellidos al culpable o culpables de la cruel desaparición de Sonia sin el miedo a represalia, venganzas o violencia psicológica».

En un sentido texto leído ante los amigos y los allegados de la joven, que ocho años después siguen sin entender qué ocurrió aquella mañana, Maricarmen Iglesias se dirigió al culpable para recordarle que «sabe que lo observan de cerca y que cualquier paso en falso puede llevar a una nueva pista que reabra de nuevo el caso» . Convencidos de que la resolución de la extraña marcha de Sonia está más cerca de resolverse, la familia sigue señalando a Araújo como el eterno sospechoso de una desaparición en la que los agentes casi no han encontrado hilos de los que tirar. Se trata, describió la hermana, de una «lucha incansable» que ayer se manifestó al grito de «Todos somos Sonia».