Galicia
Caso Déborah Fernández: «No hay crímenes perfectos, lo que hay son malas investigaciones»
La madre de la joven viguesa declaró ayer, por primera vez, después de 18 años
Dieciocho años después de la desaparición y muerte de su hija , la madre de Déborah Fernández fue llamada ayer a declarar. Lo hizo tranquila y segura de que sus palabras podrán ayudar a aclarar qué pasó con su hija desde que salió a correr por la playa de Samil hasta que su cadáver fue localizado en una cuneta de O Rosal , perfectamente lavado y estratégicamente colocado. Muy crítica con las pesquisas que rodearon el crimen de la joven viguesa y que casi dos décadas después no han dado resultado alguno, Rosa Neira afirmó ayer a su salida de los juzgados de Vigo y tras más de dos horas de declaración que «no hay crimen perfecto, sino mala investigación». Durante su entrevista con la instructora, la madre de Déborah rememoró las vivencias de los últimos días de su hija, lo que hizo en las horas previas a su desaparición, y también arrojó datos sobre la relación de la fallecida con su pareja sentimental por aquel entonces, incluidos los comportamientos posteriores a la desaparición de la chica.
Fortalecidos con los 18 meses de prórroga de la investigación , la familia pelea ahora —de la mano del letrado Ramón Amoedo— para que todos los flecos sueltos que quedaron por analizar después de años de errores y sinsentidos se revisen. Y, aseguran, no son pocos. Sobre la mesa hay numerosas peticiones de pruebas y muchas incógnitas que no han sido resultas . Entre ellas, por qué no se verificó la coartada que dio el novio de Déborah sobre el partido de fútbol que jugó el día de los hechos. Los testigos llamados a declarar en su día no acabaron de concretar en qué circunstancias se había producido el encuentro y recayeron en una serie de lagunas que la familia pide aclarar. Entre otras cosas, incide Rosa Fernández, esperan saber cómo se pudo celebrar un partido al que solo asistieron, en principio, cuatro jugadores, y por qué nadie recuerda casi nada de aquella tarde.
Víctimas de una falta de rigor policial que no dudan en censurar, los padres y los hermanos de Déborah lamentan las idas y venidas de una instrucción por la que han pasado 52 policías, tres fiscales y hasta siete jueces distintos . El propio abogado de la familia se quejó ayer de que durante años no se tuvieron en cuenta numerosas pruebas ni «contradicciones» entre lo que ciertos testigos declararon en Comisaría y lo que dijeron en sede judicial. «No es normal que cuando llegan al juzgado los abogados les sacamos diez veces más información que en Comisaría» , reveló para recordar que algunos interrogatorios estuvieron llenos de «preguntas absurdas» y que «se puede hacer mucho más». A este peregrinaje hay que sumar la pérdida de pruebas vitales, la lentitud a la hora de analizar los dispositivos electrónicos de la joven o la dejadez en la toma de declaraciones.
En su carrera contrarreloj antes de que el crimen prescriba, la familia también quiere poner contra las cuerdas a uno de los agentes que participó en los primeros impasses de la investigación, y al que acusan de no solicitar al novio de Déborah que abriese el maletero de su coche cuando sí reconoció que de él salía un fuerte olor, entre otros episodios. La denuncia contra este agente, presentada en los juzgados de Vigo, ya ha sido admitida a trámite.
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