Alberto Varela - Crónicas Atlántcias
Casas bonitas
En el debate sobre el feísmo no hay diferentes condiciones estéticas, sino una forma de pensar que no da importancia al aspecto de las viviendas
Las cuestiones estéticas son subjetivas —lo que me gusta a mí le puede horrorizar al vecino— pero eso no es excusa para no afrontar un problema que arrastramos en Galicia desde hace décadas: el del feísmo urbanístico. Y ojo, porque no es sencillo, llevamos muchísimo tiempo dejando hacer y la mejora visual de los pueblos no la viviremos nosotros , sino con suerte nuestros hijos y nietos.
No es cuestión de colores, ni de estilos arquitectónicos sino de tener cierto sentido de la armonía y saber analizar el conjunto. Tampoco es necesario gastar más dinero, sino ser coherentes. Hay viviendas humildes que son espectaculares de bonitas y pueblos sencillos que sólo mirarlos uno se queda a gusto ¿Por qué son tan feitiños Mondoñedo, Allariz o Redes?
No es fácil saber qué hay que cambiar para mejorar, pero podríamos empezar por eliminar el azulejo de baño de las fachadas, los muros coronados con cristales para evitar intrusos, las chatarra-adorno, las casas sin recebar, las ampliaciones de hórreo o las distintas alturas en una misma calle. Espantan al buen gusto los edificios de diez plantas junto a huertas o casas indianas, pero se siguen haciendo y muchos ayuntamientos no le dan la importancia que merece.
En el fondo del debate sobre el feísmo no hay diferentes concepciones estéticas, sino más bien una forma de pensar que no da importancia al aspecto exterior de las viviendas. Hemos pasado en Galicia tiempos difíciles en los que lo prioritario eran otras cosas y eso ha dejado huella en nuestro aspecto, pero hoy la belleza de los pueblos no es sólo una cuestión de arquitectos y modernos que quieren hacer buenas fotos para Instagram. La coherencia urbanística es un recurso económico tan relevante o más que la buena gastronomía o las playas paradisíacas . Debemos dejar de ser esa comunidad que tantas cosas buenas ha heredado de los antepasados pero que no lo sabe ver. En ese sentido, y por dar una idea, no estaría mal volver la vista atrás y que el urbanismo gallego actual se parezca al que hacían nuestros abuelos.