José Luis Jiménez - Pazguato y fino

Cartas marcadas

Ayer José Luis Méndez Romeu levantaba la voz contra el alto mando de su partido en un insólito gesto que no es casual

Méndez Romeu, ayer a su llegada a la reunión de la Junta de Portavoces del Parlamento M. MUÑIZ

Apliquen el siguiente método científico: cuanto más presuma un partido de procesos de transparencia y participación, más elevado será el nivel de chanchullada interno que articulen para que los resultados sean los deseados. Ahí tienen las primarias del PSdeG, un completo despropósito en las formas, que han ido parcheando conforme la indignación se extendía. Primero iban a ser tres días para ser precandidato, con fin de semana y festivo por el medio, y al día siguiente ya eran trece. Nos vendieron que iba a ser una fiesta de la democracia interna, pero para lanzarse al ruedo hacen falta mil avales —más que toda la agrupación socialista de Vigo, la más numerosa de Galicia— frente al centenar escaso que exige el PP o los cincuenta del BNG.

Pero probablemente lo más sangrante sea que en este proceso de pseudo-primarias, las cartas están marcadas. Hay un candidato —con independencia de su buen nombre, larga trayectoria o condición— que aterriza con la bendición de Pedro Sánchez y el aparato del partido en Galicia, por más que Pilar Cancela se empeñe en mentir públicamente al negar las informaciones que la situaban el pasado jueves junto a Besteiro en Ferraz atornillando convenientemente todo este proceso.

Es decir, quien quiera ejercer de alternativa sabe que enfrente tiene a la estructura de poder del partido y que, si pierde, se podrá ejercer contra él la venganza que se estime oportuna, como ya ocurrió en Orense cuando Laura Seara se decantó por Eduardo Madina frente al criterio del PSdeG de respaldar a Sánchez. ¿He oído purgas en las listas de las inminentes generales y de las próximas autonómicas? ¿Cainismo en el PSOE gallego? ¡Por favor, qué ocurrencias!

Ayer José Luis Méndez Romeu levantaba la voz contra el alto mando de su partido en un insólito gesto que no es casual, y que falta por saber si es un reconocimiento tácito de que todo el proceso está viciado y —por tanto— no merece la pena ensuciarse en él o, por el contrario, anticipa un movimiento de rebeldía de la vieja guardia del PSdeG capaz de revertir las quinielas.

Y mientras tanto, Abel Caballero escudriña el horizonte. ¿Qué le interesa más, apostar a caballo ganador con Leiceaga o dar la pelea por evidenciar que él tiene el poder territorial en el PSdeG? Por ahora, guarda silencio.

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