Carlos Príncipe - Análisis
Las dos caras del declive
Nuestra entidad financiera volvió a caer en la burbuja especulativa como en 1993, cuando tanto nos costó salvarla
El declive de las sociedades no se da por casualidad, no es fruto del mal de ojo, no responde a que no nos quieren. El declive de las sociedades y de las ciudades, regiones o estados responde a su incapacidad para adaptarse a los cambios que experimenta el mundo.
Eso es lo que le ha venido pasando a la sociedad viguesa desde antes de 2007, diríamos que desde 2004. Nuestras ventajas anteriores se han desvanecido por la dejadez o corrupción de aquellos que deberían velar por ellas: un sector industrial tradicional que no supo adaptarse al nuevo modelo producción industrial; nuestra entidad financiera volvió a caer en la burbuja especulativa como en 1993, cuando tanto nos costó salvarla.
Nuestras élites políticas, mediáticas y económicas cerraron los ojos, no vieron lo que se venía encima y se inventaron un victimismo infundado para salvar el pellejo y dirigir las miradas hacia otro lado.
El problema no era que Julio Fernández Gayoso y su equipo hubieran generado un agujero de 3.000 millones en inversión especulativa —no solo en ladrillo con más de 100 empresas inmobiliarias— sino también en más de 60 solares energéticos o en corrupción pura y dura como negocios eléctricos en Perú o inversiones ruinosas en la Bolsa española.
No, Abel Caballero decidió que el problema era que Caixa Galicia tenía un agujero mayor que la caja del sur. Entre los dos sacaron, con el apoyo mediático necesario a partir del pago de publicidad con nuestros impuestos municipales, a más de 30.000 vigueses a la calle porque nos robaban una caja que ya estaba hundida, y hundida por Gayoso y sus amigos, que desde el lunes duermen en prisión por robarnos.
Hoy nadie de los voceros nos pide disculpas.
No estuve en esa manifestación. Denuncié lo que había, reclamé un cambio de personas y políticas. El tiempo me ha dado la razón, y el declive seguirá en Vigo mientras no haya asunción de errores, cambio de actores y cambio de políticas públicas. Con aceras solo no remontaremos a ciudad líder e inteligente como las que tienen futuro en el siglo XXI.
Esta es la herencia de Caballero y Gayoso… Sus intereses por encima de los de Vigo y los vigueses. Créanme, merece la pena resistir, merece la pena luchar dentro de la Ley para defender a esta ciudad a la que tanto quiero.