Cantera de oradores
Hablar en público se ha convertido en una capacidad esencial a nivel educativo y profesional. El Club de Debate Compostela forma a decenas de universitarios al año

En estos tiempos a los políticos y empresarios se les exige que, además de buenos gestores, sean grandes comunicadores y líderes inspiradores. Las nuevas figuras emergentes han crecido bajo el calor de los focos de televisión y a la sombra de un atril . El líder de Podemos, Pablo Iglesias, se bregó en tertulias y dedicó gran parte de sus investigaciones a la persuasión y el estudio de la palabra. Su homólogo en Ciudadanos, Albert Rivera, cultivó sus capacidades dialécticas en un club de debate como los que llevan años proliferando por España. Uno de ellos, de los que más solera y prestigio atesoran en todo el país, se encuentra en Galicia. Los alumnos de la Universidad de Santiago de Compostela van camino de una década autogestionando su asociación y formando cada año a decenas de oradores.
El Club de Debate Compostela sobrevive gracias a las cuotas de sus socios y a un pequeño apoyo económico y logístico de la USC, de la que pasean su nombre por los torneos nacionales e internacionales. Generación tras generación, perfeccionan un método de aprendizaje y calendario de actividades que comienza en el mes de octubre con una formación básica y gratuita para aquellos que se quieren acercar a este mundo. Una vez aprendidas las nociones y conocido el número de estudiantes dispuestos a participar, se pone en marcha la Liga Interna de debate «académico» . En esta modalidad, la más extendida en el país, equipos formados por tres o cuatro integrantes estudian en profundidad sobre una cuestión decidida por la organización. En esta edición, por ejemplo, la pregunta discutida por los compostelanos era: «¿Son las políticas de discriminación positiva por cuestión de género beneficiosas para la sociedad?» , aunque es habitual que los temas sean variados y relacionados con la actualidad.
La pregunta se lanza dos semanas antes del inicio del torneo, con tiempo para que cada uno de los equipos puedan preparar las posturas a favor y en contra, definan sus argumentos y encuentren evidencias en investigaciones que los respalden. La dinámica de un torneo es muy similar a la de una gran competición futbolística , con una fase de grupos inicial en la que los mejor puntuados van a las eliminatorias. Antes de cada choque, el sorteo no es de campos, sino de la postura que deberá defender cada equipo. Desde entonces, los oradores tienen el tiempo justo para coger la carpeta en la que tienen la documentación correspondiente. Siempre empieza y terminan los que defienden los argumentos a favor, y se intercalan las intervenciones entre contrincantes. El veredicto vendrá dado por un jurado habitualmente compuesto por miembros de otras generaciones, políticos o profesores universitarios.
Los triunfadores de esta edición han sido el equipo «Orense», en una final que terminó con empate técnico de seis contra seis, y se decidió por el voto de calidad del juez principal. Una de las capitanas del equipo, Nuria García, que confiesa que estuvo a punto de no participar en la liga este año , apunta como una de las fortalezas la variedad en la formación de los integrantes del grupo. « Yo soy estudiante de Periodismo, pero también teníamos a uno de Medicina, otro de Derecho y otro de Políticas , lo que te permite que la visión de la cuestión, los argumentos y planteamientos sean más variados y ricos», comenta para ABC, a lo que suma que « nos entendimos desde el primer momento y nunca pensamos en el resultado . Solo queríamos debatir y pasárnoslo bien. Creo que esa fue la clave para no perder ningún debate», resalta.
Soltura y empatía
Año tras año, los contendientes destacan el carácter adictivo de ponerse detrás del atril. Además de lo positivo de ganar soltura para hablar en público tanto para la vida universitaria como para la trayectoria profesional, se subraya la empatía que se adquiere al tener que aprender a ver las dos caras de un conflicto . Terminada la competición, el tiempo necesario para preparar cada competición estrecha los lazos entre unos oradores que acaban siendo una gran familia . Después de sacrificar tiempo libre —y alguno apunta que también de estudio— en formarse por su cuenta, todos sacan varias fechas al año para divertirse juntos.