Luis Ojea - CUADERNO DE VIAJE
Camino de implosión
Las familias que componen En Marea se han dedicado a exhibir sus contradicciones
Tic-tac. El reloj corre y por momentos parece acelerarse en el grotesco camino que siguen los mareantes de cara su implosión. Cada día parece más próximo el momento en que el invento salte por los aires. Es insólito que pretendan aparentar normalidad cuando han transcurrido ya dos meses desde las primarias sin haber sido capaces de ponerse de acuerdo para el nombramiento de un portavoz. Es aberrante que una asamblea de Anova se tenga que suspender por una pelea a patadas entre militantes. Y es igualmente inaudito que Podemos llegue hoy a una reunión de sus órganos directivos con dos secretarios de organización que no se reconocen mutuamente.
A nadie sorprende ya la desafección de cada vez más simpatizantes de ese universo. Lo ejemplifica la salida esta semana de Anova del exdiputado David Fernández Calviño. Una puerta que han cogido o acabarán cogiendo muchos otros por la frustración que les genera el laberinto de despropósitos en el que se han instalado las castas mareantes. Y no será porque entre ellos existan discrepancias ideológicas insalvables. Mutatis mutandis vienen siendo todos lo mismo. Y ahí radica el problema. En que todos comparten lo que casi ya parece una predisposición genética a la gresca, el desvarío y el guerracivilismo. Cada clan aportó sus viejas cuitas irresolubles a la confluencia y la suma multiplicó el efecto provocando un fallo multiorgánico que amenaza la supervivencia de la nueva marca.
El tiempo se acaba. A este paso los mareantes llegarán rotos a las municipales. Y ese puede acabar siendo su definitivo Waterloo electoral. El declive ha comenzado hace ya tiempo y no hay visos de que vayan a modificar el rumbo. Al contrario. Cada vez tienen menos pudor en exteriorizar sus enfrentamientos. Filtraciones para hundir a su líder, juego sucio de todo tipo y espectáculos lamentables a diario. Desde las autonómicas, las familias que componen En Marea se han dedicado casi en exclusiva a evidenciar sus contradicciones y exhibir sus intrigas internas. En el seno de la confluencia y dentro cada una de sus propias organizaciones. La función no da ya para más. Game over.