Luis Ojea - LA SEMANA
Cambio de escenario
Va a ser interesante ver a los que clamaban contra el mal llamado austericidio compadreando ahora con los encargados de su aplicación
El aterrizaje de Pedro Sánchez en Moncloa cambia el escenario político en Galicia. Y mucho . Y no solo por el papel que pueda jugar o no Alberto Núñez Feijoo en la eventual reconfiguración del Partido Popular y lo que ello suponga, llegado el caso, para el PPdeG. Que también. Pero lo más inmediato, lo inminente, será el cambio de rol que van a afrontar los protagonistas de la vida política de la comunidad.
Principalmente el Partido Socialista. Gonzalo Caballero, que vivía instalado en la crítica facilona a todo, se ve convertido de la noche a la mañana en abogado defensor de muchas causas perdidas, de todas y cada una de las medidas de un Consejo de Ministros que, si Sánchez cumple su compromiso con Europa y los mercados, estarán subordinadas a unos presupuestos que los socialistas tildaron hace nada de monstruosos. Unas cuentas, decían, que discriminan a Galicia. Pedían 700 millones más hace apenas dos semanas. Va a ser interesante ver como a partir de mañana modifican el discurso. En ese tema y en muchos otros. Se avecina un fabuloso espectáculo de transmutación política instantánea. En el PSOE y también en el rupturismo, los cooperadores necesarios de la operación de desalojo de Mariano Rajoy . Porque la marca blanca de Podemos en Galicia se convierte, con su apoyo a Sánchez, en cómplice de las decisiones que ahora los socialistas adopten. En materia presupuestaria, de financiación autonómica o de infraestructuras. Decisiones que, según ha dicho el nuevo presidente, se ajustarán a los tasados límites del déficit público pactados con Bruselas. Va a ser interesante ver a los que clamaban a todas horas contra el mal llamado austericidio compadreando ahora con los encargados de su aplicación.
No son pocos los que van a quedar retratados en las próximas semanas . La moción de censura y la consiguiente investidura de Sánchez va a resultar realmente instructiva. En todos los sentidos. También porque evidencia la absoluta irrelevancia del nacionalismo gallego en la vida política nacional. O para ser más precisos, de los nacionalismos. Unos, el BNG, fuera de foco porque ni siquiera están en el Congreso. Y los otros, el soberanismo inserto en En Marea, porque no ejercen y están a las órdenes y deseos de Pablo Iglesias. No menos tocada sale de toda esta operación la franquicia gallega de Ciudadanos. Sin un discurso propio vinculado a la comunidad, se ven abocados a sufrir un desgaste directamente proporcional al experimentado por Albert Rivera, al que el debate de esta semana ha acabado de desnudar. Más incluso que aquel cartel con el que se presentó en política. Estos días se ha visto su fondo. Y esa exhibición de cinismo acabará pasándole factura en las urnas.
Todos, tirios y troyanos, cambian de posición en el tablero político gallego tras lo sucedido en el Congreso. También el Partido Popular. Liberados ahora de cualquier atadura de lealtad a los acuerdos del Consejo de Ministros . Ya no tendrán que reivindicar ante un gobierno amigo. Ahora los atrasos e incumplimientos serán imputables a la bancada de la oposición, a los que llevaron a Sánchez a la Moncloa. Sí, cambia el cuento. Y mucho. Más si en el PP se abre una etapa de reconstrucción a nivel nacional y Alberto Núñez Feijoo llega a tener un papel protagonista en ese proceso. Sea o no así, el tablero político gallego se ha transformado esta semana. Los roles cambian. Las coordenadas de la partida ahora serán diferentes.
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