Una de cada tres comisarías gallegas suspende en seguridad y estado

En algunas dependencias policiales los usuarios comparten espacio con los detenidos. Hay calabozos sin cámaras y coches camuflados que solo pueden aparcar delante de la propia comisaría

Exteriores de la comisaría de Lonzas MUÑIZ

PATRICIA ABET

En la Comunidad gallega hay trece comisarías de Policía repartidas entre las cuatro capitales de provincia y las principales urbes y municipios. Un treinta por ciento de ellas están, según los agentes denuncian, en un estado ruinoso. Suelos levantados, fachadas que se desprenden, cables sueltos y humedades varias son tachas comunes a estos edificios que tienen una media de edad de más de cuarenta años . Algunas, como la de Lugo, eran antiguos inmuebles de viviendas reconvertidos en comisaría que, pasados los años, se revelan como insuficientes para atender las necesidades de los usuarios. Los agentes destinados en ellas se quejan de las incomodidades derivadas de unas construcciones que necesitan reformas urgentes desde hace décadas y que llegados a este punto, inciden, «solo queda tirar para levantar otras nuevas». Es el caso de las dependencias policiales de Lugo, Ribeira y Monforte . En estas localidades los problemas de conservación son tan evidentes que saltan a la vista. Caminar por el suelo de la comisaría de Ribeira —donde trabajan cada día medio centenar de policías— es complicado porque las baldosas llevan años levantadas . En una localidad donde la investigación contra el narcotráfico es crucial, la falta de un garaje acondicionado obliga a los efectivos a aparcar los vehículos (tanto los rotulados como los camuflados) en un patio exterior «donde cualquiera puede quedarse con nuestras matrículas» , critican desde el Sindicato Unificado de Policía (SUP), mayoritario en la Comunidad gallega.

Baldosas levantadas en Lonzas ABC

Lamentan, además, la carencia de seguridad en unos calabozos que no tienen cámaras de vigilancia (solo hay una en el pasillo) y donde las lámparas no están integradas en el techo, «por lo que pueden ser usadas como arma arrojadiza contra los funcionarios». La nómina de desperfectos se completa «con goteras que parcheamos pegando cartones al techo , baños sin la canalización adecuada, archivos mezclados con dispositivos electrónicos con el riesgo de cortocircuitos que esto entraña, calderas que se usan de cuarto para todo y dispositivos electrónicos que emiten radiaciones en los vestuarios donde nos cambiamos de ropa», enumeran.

Otro problema añadido, que se repite en otras comisarías como la de Monforte, atañe a las medidas de seguridad de los ciudadanos. Los policías critican que los detenidos acceden a las dependencias por la misma puerta que los usuarios que van a renovar el DNI o a presentar una denuncia por el robo de su móvil, con la inseguridad que esto entraña. «En comisarías nuevas, como la de Santiago, hay una entrada especial para los detenidos», explican desde el SUP para dar cuenta de este riesgo. En otras sedes policiales, sin embargo, los arrestados tienen que esperar junto al resto de usuarios , que son partícipes de todos los trámites del proceso de detención. «No hay intimidad ni para unos ni para otros, en contra de lo que propone la nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal», censuran los efectivos, que insisten en la necesidad de levantar una comisaría nueva porque éstas «ya son imposibles de acondicionar».

Cables sueltos en Ribeira ABC

Los agentes de comisarías como la de Pontevedra o Lugo también levantan la mano cuando se afronta el tema de las instalaciones. En las dos oficinas provinciales se quejan de que los espacios con los que cuenta son muy reducidos y, como ejemplo, apuntan que en el caso de Lugo (un inmueble con casi 50 años de uso) «hay diez compañeros trabajando en un espacio de 12 metros cuadrados» . «Son condiciones de hacinamiento que redundan en una correcta y ordenada realización del trabajo diario», reprochan estos efectivos. En el caso de Pontevedra, los policías definen la situación como de «completa saturación» y advierten que «ya no quedan espacios susceptibles de ser ocupados por las distintas unidades». En cuanto a las zonas comunes, en Pontevedra llevan siete años denunciando que los calabozos no cuentan con ventilación, lo que incide «en el que fuerte olor que llega hasta la oficina anexa, donde se recogen las denuncias y se encuentra el servicio de atención al ciudadano», explican.

Agujeros en el techo ABC

Cuatro años con andamios

La comisaría de Lonzas, en La Coruña, protagoniza un caso especial. Los andamios rodean el edificio desde hace tiempo, por lo que parece que la remodelación de esta fachada que se cae a pedazos es inminente. Pero quienes trabajan en ella reconocen que estos andamios se colocaron hace cuatro años para evitar que los trozos de piedra que se desprenden de la cornisa impacten contra los viandantes . «Obra no se ha empezado ninguna», reprochan. Hace unas semanas, los agentes de Lonzas denunciaron que el ayuntamiento de la ciudad no sometiese al edificio a una inspección técnica, según obliga la ordenanza municipal de 2011 sobre la «Conservación, Rehabilitación y Estado Ruinoso de las Edificaciones». Los representantes policiales apelaron en su escrito, tal y como recogió ABC, a que esta normativa exige «un estado de conservación mínimo que, en este caso, no se está cumpliendo». Casi un mes después, el concello herculino les ha dado la razón, fijando la inspección del inmueble para el próximo mes de enero. Los policías de Lonzas esperan que, tras la revisión, las obras se aceleren. El resto de compañeros se aferran a que Lonzas sea la avanzadilla .

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