Alberto Varela - Crónicas Atlánticas

Cabalgatas

No me digan que no ha sido chusco el momento Melchor de Lugo recordando que en mayo hay elecciones y repasando los proyectos por hacer de la ciudad

Que me llamen anticuado, pero no acabo de entender la deriva de algunas Cabalgatas de Reyes. Vale que sus majestades necesiten rodearse de Peter Panes, Alicias en el País de las Maravillas y Bob Esponja para que el espectáculo sea más vistoso, pero la cosa no ha quedado ahí. Algunos delegados regios no han tenido reparo en dirigir sus discursos hacia donde se les ha ocurrido, aunque nada tuviese que ver con lo que se estaba celebrando.

No me digan que no ha sido chusco el momento Melchor de Lugo recordando que en mayo hay elecciones municipales y repasando los proyectos por hacer en la ciudad de la muralla romana. Y lo peor, el rostro de cemento armado de los que afirman que no se supo entender su mensaje irónico. Vas con los niños a ver a los Reyes Magos y te encuentras en un mitin o en un monólogo de chistes de política. Eso sí es ironía.

En Ferrol, casualidad casualidad, las sillas de Sus Majestades tenían un agujero en forma de estrella, que con la alfombra roja que había detrás dejaba a los reyes coronados con la estrella comunista. La ¿coincidencia? no pasó desapercibida y algún concejal rupturista se dedicó a sacarse fotos muy sonriente, muy del estilo de Ferrol en Común.

Cierto es que todo esto no son más que tonterías, y que hay cosas más importantes de las que preocuparse, pero no me digan que no es curioso el empeño que le ponen algunos en disfrazar de dibujo animado el carácter religioso de algunas fiestas. La alergia por lo espiritual no es nueva, los países de la esfera soviética la practicaron de modo ferviente el siglo pasado. Las oraciones pasaron allí a estar en el ámbito privado hasta que los acontecimientos históricos les devolvieron a los ciudadanos la libertad.

Ahora es todo más sutil, no se prohibe, se desdibuja la profundidad de las celebraciones para que pierdan su esencia. El problema vendrá cuando ya nadie se acuerde de quienes son los tres señores que traen regalos. ¿Qué más da? Dirá alguien. Pero no dará igual.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación