Perfil
El buen gestor que se convirtió en gran líder
Alberto Núñez Feijóo ha sido aclamado por su partido para volver a optar a la Xunta de Galicia
No fue fácil la encomienda que asumió hace ahora una década. Relevar a una figura como la de Manuel Fraga Iribarne al frente de una de las agrupaciones más importantes del Partido Popular y tener que desempeñar labores de oposición se convertía en todo un desafío. Por si fuera poco, Alberto Núñez Feijóo se enfrentó a un congreso autonómico a cara de perro , con otros tres rivales, en el que no era el sucesor favorito del presidente saliente.
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Nacido en 1961 en la localidad orensana de Os Peares, desde los 29 años lleva dedicándose a la política. Ocupó la presidencia del Insalud y de Correos en tiempos de José María Aznar , y allí comenzó a granjearse la fama de buen gestor que lo acompañaría durante toda su vida política, con uno de sus últimos hitos alcanzado esta misma semana, al presentarse Galicia como una de las tres únicas Comunidades que cumplió con el objetivo de déficit marcado. Tanto es así que otra de las especulaciones acerca de su futuro siempre fue la de dar el salto hacia la empresa privada.
En 2009, en medio de un zapaterismo que todavía negaba la crisis económica, Feijóo hacía campaña en Galicia pregonando ya la necesidad de austeridad en las cuentas públicas . La situación iba a obligar a apretarse el cinturón, y cuanto antes empezase el adelgazamiento más fácil iba a ser capear el temporal. Entre vaivenes del bipartito de socialistas y nacionalistas , sacudido desmanes con sillones, coches oficiales y fotos en yates, Feijóo emergía como un técnico riguroso, con buena imagen, y juventud para devolver una mayoría absoluta a los populares gallegos. Y así fue.
En 2012 se repitió la historia. La crisis ya había llegado para quedarse durante unos años, pero la pronta reacción desde la Xunta dio un poco más de margen de maniobra a los gallegos. Con miedo al rescate español, la ciudadanía insistió en respaldar a un Feijóo que todavía ampliaba su mayoría desde los 39 hasta los 41 escaños . El gestor ya empezaba a convertirse en un gran líder, incuestionable desde su parcela de territorio, y con gran predicamento fuera de la misma. No era extraño ya que se presentase como uno de los grandes activos a nivel nacional y se le consultase su opinión públicamente sobre asuntos que no se ceñían estrictamente a la política autonómica.
Trayecto a Madrid
Uno de los mantras del que ha hecho bandera la oposición desde que en 2003 llegase a Galicia para ser primero conselleiro de Obras Públicas y luego vicepresidente es la acusación de que volvería a la política madrileña en cuanto tuviese ocasión. El destino quiso que precisamente muchos de los que lanzaban aquella crítica se fuesen marchando -o intentando marcharse- hacia puestos en el Congreso de los Diputados o el Senado.
Eternamente en las quinielas para una eventual sucesión o para ocupar puestos de responsabilidad tanto en el Gobierno central como en Génova, el hermetismo del que siempre ha hecho gala y que contagia a sus más estrechos colaboradores sirvió en estos años para que se alimentasen unos rumores que nunca se llegaron a cumplir. «Le gusta sorprender, tiene una hoja de ruta marcada y es difícil anticipar sus decisiones» dice uno de los últimos altos cargos que nombró recientemente.
Pese a que siempre señaló los dos mandatos como «lo razonable» y recuerda que nunca desempeñó un cargo durante tanto tiempo como el que ha empleado en ser presidente de la Xunta, su liderazgo incontestable dentro del PPdeG y la buena imagen que conserva entre los gallegos lo han convertido en una pieza fundamental dentro de la estrategia popular.