José Luis Jiménez - Pazguato y fino
Un buen alcalde que se va
Carlos Negreira sabe que su momento ha pasado. El de la ciudad que él planeó está aún por venir
Empecemos por las obviedades: Carlos Negreira ha sido un buen alcalde para La Coruña, aunque los efectos reales de su gestión no sean percibidos todavía por la ciudadanía. O mejor dicho, por más que algunos se empeñen en negarle el reconocimiento de sus méritos, quedarán ahí para que un día sean tenidos en cuenta y puestos en valor. La transformación del centro de la ciudad con el túnel de la Marina, la mejora de los accesos con la Tercera Ronda, el planeamiento de un nuevo Alfonso Molina, la apuesta por el turismo cultural —y obviamente por la cultura con mayúsculas y no la espantajería progre—, o las distintas inversiones en los barrios crean una ciudad mejor, más acogedora, más moderna y más vivible para vecinos y visitantes. Y todo eso, sin recurrir a ridículas confrontaciones con enemigos externos, sin necesidad de hablar de «prensa anticoruñesa» o patochadas de este calibre.
Habrá quien piense que Negreira no lo habrá hecho tan bien cuando la ciudadanía le retiró la mayoría necesaria para proseguir su obra. Pueden tener razón. Hay zonas de sombra en su gestión, varias planteadas por una juez cuya credibilidad es dudosa aunque su tarea de demolición sea convenientemente amplificada por según qué medios —qué casualidad, los mismos que hoy aplauden al rupturismo rampante—, otras con cuño propio. Fue un error no dar la cara cuando llegó la tormenta de la «Pikachu» y abandonar la calle. Otros se apoderaron de ella para inocular el virus del populismo y la confrontación. Tampoco se acertó al priorizar la gestión a la propaganda, porque ya vemos lo bien que le cunde esto segundo a la Marea herculina.
Sea como fuere, se va un buen alcalde y un presidente provincial bajo cuya guía se ganaron por primera vez las tres ciudades coruñesas. Se va un líder, y se va, si me permiten decirlo, un buen tipo. Prefiere dejar paso a perpetuarse. Y no se jubila en el Senado ni el Congreso, como anteriores exalcaldes. Sabe que su momento ha pasado. El de la ciudad que él planeó está aún por venir.